(Lectura de la Biblia en tres años: Isaías 22, Filipenses 1:1–11)

EL SEÑOR LE TOMA DE LA MANO DERECHA

Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.

Salmo 73, 23-25

"Eres mi mano derecha". Así es como muchas veces las personas llaman a otras que están dentro de sus relaciones. Con frecuencia nos hemos encontrado atrapados en circunstancias que no podemos lidiar solos, necesitamos ayuda. En ocasiones esto es un golpe duro para el ego, la naturaleza del hombre caído se aferra a la idea de que puede lidiar con sus propios problemas. Sin embargo muchas veces, aun este orgulloso hombre caído tiene que reconocer que nada puede hacer por sí solo, debe buscar un apoyo.

Pero hay otros casos en que sucede algo diferente. Estas circunstancias que nos llegan a exigir retos y un trabajo arduo llegan a sobrepasar nuestras capacidades, y entonces todo se vuelve oscuro. No podemos pensar en nada más que las consecuencias de nuestra impotencia, del fracaso y de la decepción de vernos a nosotros mismos en este estado. Culpa, desesperación y angustia, nos atormentan cuales demonios salidos del averno. Echando en cara nuestra debilidad y burlándose de nuestra incapacidad.

No obstante, esto no es el fin, no es todo lo que queda. En aquellos momentos en que sienta como la soledad le ciega con sus pesadas telas negras, recuerde que Dios siempre ha estado al lado suyo. Acuda a la Biblia, lea atentamente su Santa Palabra y mire las buenas nuevas que le dicen que Jesús le ha amado tanto que dió su vida por usted. Crea en el Señor Jesús como su divino Salvador pues Él es la "mano derecha" de Dios, es decir, su gran poder. Poder que le ha perdonado todos sus pecados, le ha liberado de los lazos del diablo y la muerte. Este mismo Poder que ha hecho todo esto por usted aún se manifiesta en la Palabra de Dios. En todas las dificultades que enfrente recurra a esta Palabra Santa, la Biblia, pues la Sabiduría de Dios le aconsejará en su andar y le recordará que al final le espera la vida eterna en el Cielo. La gloria donde estará en eterna felicidad al contemplar la majestad de Dios por todos los siglos.

Oración:

¡Oh mi Señor! no son pocas las veces que me he sentido impotente y solo en las tribulaciones de este mundo corruptible. Una ansiedad fría y atormentante me invade. Pero es en esos momentos, Señor, en que recuerdo que siempre has estado conmigo y me has mostrado tu amor a través de mi Jesús. Aumenta mi fe con tu Palabra, ella es mi guía en mi andar y me consuela al enseñarme que contigo lo tengo todo y fuera de ti nada deseo aquí en la tierra. Amén.

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