(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 104, 1 Corintios 7:22–29)

VALIOSO OBSEQUIO

Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

Juan 20:29

¿Alguna vez ha visto algo impresionante? Recientemente, he visto cosas impactantes, como fuegos forestales que queman todo lo que está a su paso y dejan solo cenizas. Del otro extremo, tormentas de hielo que congelan todo, y crean carámbanos gigantes y hacen que los cables de electricidad y ramas de árboles que no resistan el peso caigan, paralizando ciudades enteras por largo tiempo. Pero todo esto no es nada comparado con lo que vieron los discípulos.

Tomás, literalmente, no podía creer las buenas noticias. En el mensaje que meditamos hoy, podemos ver que no somos los únicos que a veces dudamos. Creer puede ser complicado si pensamos que podemos controlar lo que creemos y lo que no. Pero eso no es cierto. Porque por naturaleza somos pecadores y enemigos de Dios, enemigos porque él no permite nada que no sea perfecto. Y nosotros no tenemos libre albedrío, en otras palabras, no somos capaces de no pecar. El profeta Isaías dice: "Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento." (Isaias 64:6).

Pero Dios nos rescató y Cristo, resucitado en carne y hueso, se paró frente a Tomás y dijo: 39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.> (Lucas 24:39). Nosotros creemos no por haber tenido la dicha de ver a Jesús, pero por el regalo de la fe por medio de su palabra: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios." (Romanos 10:17). "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe" y para no pensar que esa fe es algo que nosotros podemos adquirir o dar a alguien, el versículo concluye: "y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." (Efesio 2:8). Agradecidos, vayamos a dar a conocer este valioso obsequio.

Oración:

Amado Jesús, perdónanos cuando dudamos de ti. Reconozco que es solo por el poder de tu palabra, y el Espíritu Santo que me has llamado mediante el evangelio, me has iluminado con tus dones, me has santificado y guardado en la fe verdadera. Amén.

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