(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 101:1–102:10, 1 Corintios 7:1–5)

IMPOSIBLE, PERO CIERTO

Sin embargo, Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque era imposible que la muerte lo mantuviera bajo su dominio.

Hechos 2:24

Nada parece más imposible que una persona resucite de entre los muertos. Hablando humanamente, las resurrecciones no ocurren. ¿Alguna vez has visto una? ¡Ciertamente yo no lo he hecho!

Pero una resurrección ocurrió el domingo después de la muerte de Jesús. Los seguidores de Jesús que fueron a la tumba para revisar no encontraron su cuerpo (Juan 20:1-10). Y más tarde, ese mismo día, los discípulos de Jesús se quedaron atónitos cuando se les apareció. Se preguntaban: ¿Podría Jesús estar realmente vivo?

Los cuarenta días entre la Pascua y la ascensión de Jesús comprobaron que la resurrección fue real. Y en Pentecostés, Pedro predicó no sólo que Jesús estaba vivo, sino también que era imposible que la muerte lo sujetara. La muerte no pudo ganar. Permanecer muerto era imposible para Jesús porque había pagado por completo el precio del pecado "Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro." (Romanos 6:23). Cuando Jesús murió en la cruz, fue como si Dios el Padre estampara un letrero sobre la tumba que decía: "Pagado en su totalidad". La muerte no tenía poder para mantener a Jesús en la tumba.

La alegre noticia de la Pascua es que la muerte tampoco puede retener a los creyentes. Nuestros cuerpos se levantarán de nuevo. La tumba no es nuestro lugar final. ¡Así que regocijémonos! Cantemos con gozo: “El Señor resucitó, ¡Aleluya! Muerte y tumba ya venció. ¡Aleluya! Con su fuerza y su virtud. ¡Aleluya! Cautivo la esclavitud. ¡Aleluya!”. En agradecimiento por nuestra salvación, vamos a querer que Dios sea la prioridad en nuestras vidas y proclamar la salvación por medio de Jesús en todo lugar.

Oración:

Señor resucitado, gracias por pagar por nuestro pecado y levantarnos de entre los muertos. Danos esperanza en tu poder que en el último día me resucitará a mí y a todos los muertos. Y darás vida eterna a todos los que creen en Cristo. Amén.

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