(Lectura de la Biblia en tres años: Salmo 94, 1 Corintios 5)

¿TE ESCOGERÍA DIOS?

Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.

1 Samuel 16:7

Me preparé concienzudamente para la competencia, me levanté muy temprano durante meses para ejercitar mi cuerpo y cumplir con la rigurosa rutina, hice la dieta adecuada para estar en la mejor forma. Quería ganarme un lugar en el equipo. El día de la prueba le eché todas las ganas haciendo mi mejor esfuerzo, pero el entrenador no me escogió.

Dios ve lo que hay en nuestro corazón, puede ver en el corazón de todos, y sabe muy bien la maldad que existe en nuestros pensamientos. Dios sabe el mal que hacemos y el bien que dejamos de hacer. El rey David no fue escogido por Dios por su apariencia humilde, el más pequeño de ocho hermanos. Dios sabia cuando lo escogió que David cometería adulterio con Betsabé y que tramaría el asesinato de su esposo Urías, para esconder su pecado. A pesar de eso Dios escogió a David y le concedió  la fe. Dios creo la fe en su corazón. David creyó y confió en Dios. Confesó sus pecados y admitió su culpa, todos los días batallaba y confesaba sus deseos pecaminosos.

Dios ve lo que hay en nuestro corazón y quiere corazones contritos, humildes y arrepentidos por nuestros pecados. Corazones que confían en sus promesas, que lo buscan como un tesoro escondido y lo aman, que lo siguen y lo proclaman. Así como David fue escogido, nosotros por medio de nuestro bautismo hemos sido escogidos (Rom 6:4; Col 2:12) y Dios nos ha hecho suyos. Agradecidos vamos a querer vivir una vida santa, estudiar las Santas Escrituras y hacer la proclamación del evangelio de perdón y salvación prioridad en nuestras vidas.

Oración:

Señor, Tú eres mi esperanza, mi guía y mi verdad y de nada temo porque sé que Tú siempre estás conmigo. Gracias por hacer todas las cosas para concederme el regalo de la vida eterna. Amén.

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