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Meditación - 2020 octubre 04

Meditación - 2020 octubre 04

(Lectura de la Biblia en tres años: 2 Crónicas 9:13–31, Hechos 4:15–22)

LA LEY MORAL Y EL CORAZÓN

De hecho, cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por naturaleza lo que la ley exige, ellos son ley para sí mismos, aunque no tengan la ley. Éstos muestran que llevan escrito en el corazón lo que la ley exige, como lo atestigua su conciencia, pues sus propios pensamientos algunas veces los acusan y otras veces los excusan.

—Romanos 2:14–15

Jesús dijo: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente». Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: «Ama a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.» (Mateo 22:36–39) Con esto enseñó que la ley moral de Dios consiste en amar.

Dios escribió la ley moral en el corazón de cada ser humano (Romanos 2:14,15) y lo dotó de la conciencia que dé testimonio de esa ley. Por causa del pecado nuestra conciencia puede estar debilitada y no dar testimonio correcto. Por eso Dios dio los Diez Mandamientos como un resumen de esa ley cuyo contenido se explica a lo largo de la Biblia. La ley moral no es una guía de conducta para alcanzar la salvación pues nadie la cumple perfectamente. Más bien es un espejo que nos muestra cuán pecadores somos y cuán terrible es el castigo que merecemos por nuestro pecado: «La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo.» (Romanos 8:7). Nuestra naturaleza caída es incapaz de obedecer la ley moral de Dios. Quien sinceramente haya tratado de obedecer la ley dirá con Pablo: «Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.» (Romanos 7:18-19). La ley no nos salva, solo nos acusa y condena. Conscientes de nuestra maldad gracias a la ley, es un consuelo oír que Cristo la obedeció perfectamente en lugar de nosotros y que sobre sí recibió el castigo que merecemos. En gratitud vamos a querer amar a Dios y al prójimo, no procurando ganar la salvación sino confesando que Cristo lo hizo por nosotros.

Oracion:

SEÑOR, creo que Jesucristo, verdadero Dios, engendrado del Padre en la eternidad, y también verdadero hombre, nacido de la virgen María, es mi Señor. Que me ha redimido a mí, criatura perdida y condenada, me ha rescatado y librado de todos los pecados, de la muerte y del poder del diablo, no con oro ni con plata, sino con su santa y preciosa sangre y con su inocente pasión y muerte. Y todo esto lo hizo para que yo sea suyo y viva bajo él en su reino y lo sirva en justicia, inocencia y bienaventuranza eternas, así como él, resucitado de entre los muertos, vive y reina eternamente. Amén.

 

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Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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