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(Lectura de la Biblia en tres años: 2 Samuel 20:23–21:14, Juan 1:29–34)

NO ME QUITES TU SANTO ESPÍRITU

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga.

Salmo 51:10–12

La obra creadora es prominentemente la labor de Dios el Padre. La redención, es decir, el cumplimiento perfecto de la ley moral y el pago por los pecados en lugar de la humanidad pecadora es la obra de Dios el Hijo. ¿Cuál es la obra de Dios, el Espíritu Santo?

La obra propia del Espíritu Santo es la santificación. Nadie puede ser santificado a menos que el Espíritu Santo obre. Después de que el profeta Natán confrontó al rey David con su pecado, éste, en arrepentida oración, confesó su culpa. Esa oración es el Salmo 51. David, consciente de que por su propio poder no podría enfrentar las tentaciones ni vivir una vida arrepentida, suplica el socorro divino. Pide que Dios crea en él un corazón limpio. Así confiesa que necesita un milagro. Su oración puede ser respondida únicamente mediante la obra del Espíritu Santo, que es el único que puede obrar en él arrepentimiento, fe, y buena voluntad de servir. Dios muestra su amor por nosotros en que el Espíritu Santo no sólo crea en nosotros la fe, mediante la cual recibimos el perdón, también crea la buena voluntad para servirle, de modo que, en gratitud, comencemos a guardar su ley. Puesto que la renovación nunca llega a ser perfecta en esta vida, David pide que el Espíritu lo mantenga firme y lo sustente para no caer de nuevo.

Sobre todo David suplica que el Espíritu Santo no le sea quitado. Lo pide porque sin la obra del Espíritu Santo no podemos permanecer en la fe. Si perdemos la fe nos hacemos incrédulos y de esa manera perdemos la salvación. Misericordiosamente el Señor hace todo esto posible por el poder del evangelio en los medios de gracia: en el bautismo obra el nuevo nacimiento y nos imparte la fe y en la santa cena nos fortalece y afirma en la fe para la vida eterna.

Oracion:

Señor, confieso que por mi propia razón o elección no puedo creer en Jesucristo, mi Señor, ni acercarme a él. Sino que el Espíritu Santo me ha llamado mediante el evangelio, me ha iluminado con sus dones, me ha santificado y guardado en la fe verdadera. De la misma manera llama, congrega, ilumina y santifica a toda la iglesia cristiana en la tierra, y en Jesucristo la conserva en la verdadera fe. En esta iglesia cristiana diaria y completamente él me perdona a mí y a todos los creyentes todos los pecados. Y en el último día me resucitará a mí y a todos los muertos. Y nos dará vida eterna a mí y a todos los que creen en Cristo. Esto es ciertamente la verdad. Por eso estoy agradecido pues grande es tu misericordia. Amén.

 

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Meditación - 2020 mayo 28


Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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