
(Lectura de la Biblia en tres años: 2 Samuel 18:1–13, Lucas 24:43–53)
CRISTO RESUCITADO ABRE EL ENTENDIMIENTO DE SUS DISCÍPULOS
[Jesús dijo a sus discípulos:]
—Cuando todavía estaba yo con ustedes, les decía que tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras.
—Lucas 24:44–45
Los discípulos de Cristo tuvieron el privilegio, de aprender durante tres años con el mejor maestro. ¿Por qué, entonces, Lucas nos dice que les abrió el entendimiento recién después que resucitó?
La Biblia deja claro que «el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.» (1 Corintios 2:14) Cuando Dios creó a Adán le dotó de un intelecto superior con una gran capacidad de raciocinio y de aprendizaje. Prueba de ello es que Adán dio nombre a todos los animales creados por Dios. Eso requiere mucha memoria e ingenio. Además, debía cuidar el huerto del Edén, que tenía una extensión casi del tamaño de Brasil, y eso implicaba conocerlo de rincón a rincón y recordar cómo recorrerlo sin extraviarse. Por causa de la Caída, el intelecto del hombre fue dañado de tal manera que hoy no puede percibir las cosas espirituales (Efesios 4:17,18) Solo por el poder del evangelio es que nuestro intelecto puede ser liberado de tal atadura que embota la mente (2 Corintios 3:14) Por tanto, para comprender las verdades espirituales lo importante no es cuanto las estudiemos sino la fe que nos es impartida por el evangelio (Mateo 11:25).
Sin embargo, una vida cristiana fortalecida en la fe está íntimamente ligada a la dedicación devota del creyente a aprender para crecer en conocimiento espiritual. Tan importante es este aspecto que la carta a los Hebreos trae una reprensión para aquellos que lo han descuidado (Hebreos 5:11–14). Pablo lo dijo: «Pedimos que Dios les haga conocer plenamente su voluntad con toda sabiduría y comprensión espiritual, para que vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios (Colosenses 1:9,10). En gratitud a las bendiciones de Dios y confiando que nos abrirá el entendimiento vamos a querer dedicar lo mejor de nuestro tiempo, esfuerzo y recursos en crecer en la sabiduría espiritual.
Oración:
Señor, gracias porque por tus méritos, el poder de tu evangelio (que está presente en los medios de gracia), nos fortalece y nos afirma en la verdadera fe para la vida eterna. Te suplico me concedas que en mí crezca el anhelo por la sabiduría espiritual y por tu Palabra de modo que en tu venida no sea yo hallado sin fruto. Amén.
Meditación - 2020 mayo 23
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