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Meditación - 2020 mayo 12

(Lectura de la Biblia en tres años: 2 Samuel 9, Lucas 23:19–25)

EL TESTIMONIO DEL CRISTIANO.

Vengan ustedes, temerosos de Dios, escuchen, que voy a contarles todo lo que él ha hecho por mí.

—Salmo 66:16

No pocas veces hemos deseado poder predicar a Cristo con la misma eficiencia que los predicadores. Pero no podemos negar que no somos tan diestros. La Biblia enseña que Dios quiere que todos anunciemos las buenas nuevas no importando lo capaces que seamos o no ¿Qué podemos hacer al respecto?

El Señor conoce nuestras limitaciones y quiere ayudarnos a superarlas. Sin embargo, él no espera que seamos diestros evangelizadores de la noche a la mañana. En una ocasión le dijo a un recién convertido: «Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti.» (Lucas 8:39)

Dar testimonio de lo que Dios hizo por nosotros es algo que todos podemos hacer. Además, confesar la fe es algo que todo verdadero creyente quiere hacer. La iglesia de Cristo es confesional por naturaleza: «Escrito está: «Creí, y por eso hablé.» Con ese mismo espíritu de fe también nosotros creemos, y por eso hablamos.» (2 Corintios 4:13) Sin embargo es importante no perder de vista que el testimonio del cristiano es «Cristo céntrico», es decir, es testimonio que habla a favor de Cristo, de Dios y no de nosotros mismos. Además, ese testimonio es «cruz céntrico», tal como Pablo lo dijo: «Me propuse más bien, estando entre ustedes, no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de éste crucificado.» (1 Corintios 2:2). Nuestro testimonio hablará de cómo Cristo nos salva por haber obedecido perfectamente la voluntad de Dios en lugar de nosotros y por haber pagado en la cruz por nuestros pecados. Los testimonios enfocados en el poder asombroso de Dios y cómo nos ha suministrado riquezas, milagros o dignidad no hablan de la obra de Cristo en la cruz y por tanto no son testimonios cristianos. Ya que el propósito del testimonio es que los oyentes sean salvos es importante que nos enfoquemos en nuestra condena por nuestros pecados y en el perdón ganado por Cristo en la cruz. Es posible conocer a Cristo como sanador y obrador de milagros y aún así, no conocerlo como el salvador que pagó por nuestros pecados. Cristo nos salvó de la condenación con su obediencia perfecta a la ley moral y su muerte vicaria en la cruz. En gratitud vamos a querer dar buen testimonio enfocándonos en cómo nos salva.

Oración:

Señor, tu Hijo Jesucristo cumplió la ley en lugar mío y con su sacrificio en la cruz pagó por mis pecados como mi sustituto. Por esos mismos méritos, soy parte de tu pueblo elegido y me has llamado a servirte como sacerdote que confiesa tu palabra y como discípulo de tu Hijo amado. En gratitud quiero confiar sólo en sus méritos para estar a cuentas contigo y vivir una vida santa guiado por tu ley moral, mientras anuncio la salvación gratuita esperando tu venida. Amén.

 

Lea el Capítulo Completo Aquí

Meditación - 2020 mayo 12


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