
Meditación - 2020 mayo 01
(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Samuel 30, Lucas 22:7–14)
CRISTIANOS DILIGENTES
Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu.
—Romanos 12:11
El apóstol Pablo nos anima a ser diligentes. Ser diligente es ser «Cuidadoso, exacto y activo» pero también implica el no ser negligente ni perezoso. Debido al énfasis asignado hoy a la búsqueda de la felicidad, las personas han encontrado un buen sustituto de la misma en la multitud de actividades placenteras disponibles, al punto que la diversión ociosa se ha convertido en un objetivo de vida. No faltan quienes argumentan que el propósito de los centros educativos es que los alumnos se diviertan. Se ha perdido la meta de entrenar a los alumnos en las destrezas que ayudan a enfrentar los desafíos de la vida. Las iglesias se han enfocado proporcionar solaz y ser agradables antes que en causa el malestar que involucra confrontar al pecado. Como resultado la actitud diligente ha sido desechada favoreciendo la actitud cómoda que busca evitar todo esfuerzo y preferir vivir de ayudas gubernamentales y de otra índole. Todo esto va en contra de la voluntad de Dios ¿Cómo así?
Dios, el creador del trabajo, le dio al primer hombre, la tarea de labrar el huerto de Edén y cuidarlo. A la primera pareja (Adán y Eva) los designó «los señores», es decir, los responsables de todo el planeta: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo.» También Él es quien estableció la norma de descanso: por cada siete partes una está dedicada al descanso. (Génesis 1:28; 2:1–3,15). Dispuso que el hombre se ocupe: 1) en el trabajo manual de labrar un huerto tan extenso como Brasil (agricultura) y 2) en el intelectual de estudiar a los animales para asignarles sus nombres (hoy esto se llama Biología). 3) Que Dios quiso que los hombres laboren espiritualmente (hacer teología, el hábito práctico del creyente) está claro por el hecho de que el verbo hebreo «abad» que se traduce trabajar también significa adorar. La Biblia manda: «No sean perezosos; más bien, imiten a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas.» (Hebreos 6:12). Puesto que hemos fallado de muchas maneras en esto, merecemos de toda la ira de Dios y es solo gracias a los méritos de Cristo que tenemos el perdón. En gratitud vamos a querer ser diligentes en todas nuestras labores (Colosenses 3:23; Eclesiastés 9:10).
Oración:
Bendice, Señor, los frutos de la tierra para que a su tiempo podamos gozar de ellos. Da prosperidad a todos cuantos se ocupan en algo útil en tierra, aire o mar, a los que se consagran a las bellas artes o a la enseñanza, y cólmalos de tus bendiciones. Especialmente a los que sirven en el ministerio de la Palabra, y el ministerio de la misericordia. Concédenos el ser trabajadores diligentes. Amén.
Meditación - 2020 mayo 01
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