Meditación - 2020 marzo 18

(Lectura de la Biblia en tres años: Jueces 19, Lucas 13:31–35)

EN DIOS PONDRÉ MI ESPERANZA

¿Por qué voy a inquietarme?
¿Por qué me voy a angustiar?
En Dios pondré mi esperanza
y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios!

—Salmo 42:5

Hay momentos en nuestras vidas en que todo parece perdido, que en todo nos va mal. En estos momentos en los que podemos sentirnos muy desolados y que nos parece que se ha perdido toda esperanza, es difícil ver qué hay alguien que está cerca dispuesto a ayudarnos.

Por otra parte, aunque estamos conscientes de que Dios existe y quiere el bien de sus criaturas, en los momentos de gran oscuridad nos es difícil pensar que Él tenga el más mínimo interés en ayudarnos. Incluso podemos llegar a pensar que realmente no nos ama, pues de lo contrario no nos estaría sucediendo lo malo que nos acontece. El apoyarnos en nuestros sentimientos para sacar conclusiones acerca de Dios no es lo más saludable. Nuestros sentimientos son muy volubles y el día que todo nos sale a pedir de boca podemos gritar gracias a Dios y alabarlo por lo bueno que ha sido con nosotros. Pero cuando todo sale mal, angustiados preguntamos ¿Por qué? La Biblia dice que el corazón del hombre es engañoso (Jeremías 17:9). Lo único confiable es la palabra de Dios. La Biblia nos enseña que Dios ha demostrado su amor por nosotros de una manera definitiva cuando Cristo se encarnó para ser nuestro sustituto. De esta manera el obedeció perfectamente la ley moral de Dios que nosotros no hemos podido obedecer y por lo cual somos merecedora de toda la ira de Dios. Cristo cargó con nuestro castigo en la cruz. Hizo todo esto cuando no lo merecíamos. En gratitud vamos a querer confiar solo en el Señor con la convicción de que no necesitamos más ninguna otra prueba de su amor que la que nos dio en Cristo crucificado.

Oración:

Señor, te suplico perdones mi pecado de no confiar plenamente en ti. Gracias por demostrar tu amor incondicional cuando Cristo vino a salvarnos sin que lo merezcamos. Por tus medios de gracia afírmame en la verdadera fe para la vida eterna. Amén.

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