
(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Reyes 13, Juan 6:32–41)
LA COSECHA ES ABUNDANTE
«La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—.Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo.»
—Mateo 9:37–38
Poco antes de su ascensión, el Señor Jesucristo encomendó a sus discípulos la Gran Comisión. Señalando el hecho de que Él es el Dios todopoderoso hecho hombre, les mandó hacer discípulos en todas las naciones, bautizarlos y enseñarles a obedecer todo lo que Él había mandado. Esta tarea de alcance mundial fue encargada a la iglesia en pleno. Eso significa que cada creyente es responsable de contribuir con su parte para el cumplimiento de este desafío. Cristo ya cumplió perfectamente la ley moral en lugar de cada ser humano que nazca en este mundo y llevó en la cruz el castigo de todos los pecadores a fin de que todos puedan ser salvos. Para que eso suceda el evangelio debe ser anunciado a fin de que produzca fe salvadora en los oyentes. ¿Qué sucedería si no lo hacemos?
Dios ha asignado a la iglesia la responsabilidad de anunciar las buenas noticias de salvación por todo el mundo y no hizo un plan alternativo para el caso de que ella no cumpla su misión. No ha asignado esta tarea a los ángeles ni a ninguna otra criatura. Si la iglesia no lo hace nadie lo hará. Por esto el apóstol Pablo dice: ««todo el que invoque el nombre del Señor será salvo». Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito: «¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!» (Romanos 10:13-15). Sin el anuncio del evangelio no puede nacer la fe y sin fe no hay salvación. Pues Dios determinó dar la salvación mediante la predicación del evangelio (1 Corintios 1:21; Romanos 10:17; 1:16). Puesto que la salvación ganada por Cristo nos fue otorgada mediante el anuncio del evangelio, en gratitud vamos a querer involucrarnos activamente en su difusión y pedir que Dios envíe obreros a su cosecha.
Oracion:
Señor, Haz, Señor, que la luz de tu Palabra brille siempre en nuestros hogares. Envía tu luz y tu verdad hasta los fines de la tierra. Envía obreros a la cosecha: Levanta pastores y maestros fieles que prediquen y enseñen el Evangelio en nuestro país y en todas las naciones; guíalos, protégelos y prospéralos en todos sus trabajos. Bendice te suplico, los seminarios y todas las escuelas de tu iglesia, e ilumina a los dirigentes y maestros para que de ellas salgan hombres y mujeres que te sirvan en el ministerio de la Palabra, en el ministerio de la misericordia y en todos los caminos de la vida. Amén.
Meditación - 2020 junio 26
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