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(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Reyes 11:24–43, Juan 6:16–21)

LOS ISRAELITAS PROMETEN CUMPLIR TODO LO QUE DIOS ORDENA

Moisés volvió y convocó a los ancianos del pueblo para exponerles todas estas palabras que el Señor le había ordenado comunicarles, y todo el pueblo respondió a una sola voz: «Cumpliremos con todo lo que el Señor nos ha ordenado.»

—Éxodo 19:7–8

Al tercer mes de haber salido de la esclavitud en Egipto, Moisés y los israelitas llegaron al pie del monte Sinaí. Ese mismo día Dios por medio de Moisés dijo al pueblo que Él quería que ellos sean su «especial tesoro sobre todos los pueblos […] un reino de sacerdotes, y gente santa» (Éxodo 19:5,6) La respuesta del pueblo no se hizo esperar y prometieron a una sola voz: «Cumpliremos con todo lo que el Señor nos ha ordenado.». Sin embargo, al examinar la historia de Israel encontramos que nunca fue un reino de sacerdotes ¿Cuál es la razón?

Para establecer el acuerdo o pacto al que los israelitas se comprometieron Dios habló con voz audible desde el monte Sinaí todas las palabras que conocemos como los diez mandamientos. Sin embargo el estruendo de la voz de Dios era tan impresionante que podía verse. Llenos de terror los israelitas pidieron a Moisés que hable con Dios en privado y que después él les comunique la palabra de Dios. Por esto Moisés subió al Monte Sinaí donde permaneció 40 días. En tanto el pueblo se desenfrenó y cometió pecados contra los diez mandamientos. Así rompieron el pacto y no pudieron ser una nación de sacerdotes. Ellos prometieron algo que no pudieron cumplir. Tenemos la impresión de que somos buenos y que esforzándonos lo suficiente podemos cumplir la voluntad de Dios perfectamente. Sin embargo en nosotros hay un poder que nos arrastra fuertemente al pecado y nos vence. Pedro creía poder no negar a Cristo y pronto aprendió que no era así.

Hoy la iglesia es el reino de sacerdotes, la nación santa y el especial tesoro de Dios (1 Pedro 2:9; Apocalipsis 1:6; 5:10) Pero no porque hayan sido mejores que los israelitas sino porque Cristo hizo los méritos necesarios para ello. No tenemos poder, por nosotros mismos, para vencer al pecado. Solo el poder del evangelio puede hacer posible que vivamos vidas santas que en gratitud a Cristo obran bien.

Oracion:

Señor, gracias porque por tus méritos, el poder de tu evangelio (que está presente en los medios de gracia), nos fortalece y nos afirma en la verdadera fe para la vida eterna. Te suplico me concedas que en mí crezca el amor por tu Palabra de modo que en tu venida no sea yo hallado sin fruto. Amén.

 

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Meditación - 2020 junio 23


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