
(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Reyes 10:1–13, Juan 5:38–47)
¿QUIÉN TIENE DERECHO A COMER CON JESÚS?
Cuando los fariseos vieron esto, les preguntaron a sus discípulos: —¿Por qué come su maestro con recaudadores de impuestos y con pecadores? Al oír esto, Jesús les contestó: —No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos.
—Mateo 9:11–12
Mateo, el escritor del pasaje de la meditación de hoy, antes de ser discípulo de Jesucristo fue publicano, es decir, alguien contratado el gobierno romano para recaudar impuestos. Debido a la corrupción que reinaba entre ellos, pues solían exigir mucho más de lo requerido, el oficio de publicano tenía mala reputación entre los gentiles, tanto que eran ejemplo de egoísmo (Mateo 5:46). Los rabinos consideraban que los publicanos eran ritualmente impuros debido a que, además de tener que trabajar en los días de reposo, estaban en continuo contacto con los gentiles. Por tanto comer con un publicano podía contaminar a un judío piadoso ¿Por qué Jesús estaba comiendo en casa de un publicano?
Mateo estaba sentado cobrando los impuestos cuando Jesús pasó por allí y le dijo: «Sígueme». Lo que Jesús dijo no fue una orden soberana sino una invitación de gracia. Mateo dejó inmediatamente su puesto y sin dudar fue tras Jesús como su seguidor. Seguir a Cristo fue el primer fruto de arrepentimiento de Mateo. Para celebrar la ocasión, Mateo preparó en su casa una cena en honor de Jesús y para presentarlo a sus amigos y socios de modo que ellos también tengan la oportunidad de escuchar el evangelio y ser convertidos a la nueva vida. Ninguno de los fariseos que vieron esto pudo percibir que Mateo había pasado de ser un pecador impenitente a ser un pecador arrepentido salvado por la gracia de Dios. Tampoco entendieron que aquella comida venía de la gratitud de Mateo. Jesús , que no quería dejar a los fariseos en su opinión errada, les dice: «No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos. Pero vayan y aprendan lo que significa: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios.” Porque no he venido a llamar a justos sino a pecadores.» (vers.12-13) Los fariseos pensaban que podían agradar a Dios con sus propias buenas obras, por esto no sentían necesidad de la salvación que trajo Cristo. También nosotros fallamos en reconocer cuán pecadores somos en realidad. Cristo vio para salvar a todos. En gratitud vamos a querer reconocer que necesitamos a Cristo pues no merecemos ser salvos.
Oracion:
Señor, confieso que por mi propia razón o elección no puedo creer en Jesucristo, mi Señor, ni acercarme a él y solo merezco tu ira eterna. Gracias te doy, porque por los méritos de tu Hijo, el Espíritu Santo me ha llamado mediante el evangelio, me ha dado perdón de pecados y vida eterna, me ha iluminado con sus dones, me ha santificado y guardado en la fe verdadera. Amén.
Meditación - 2020 junio 20
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