
(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Reyes 7:1–22, Juan 4:48–54)
LA CONDUCTA CRISTIANA
Compórtense sabiamente con los que no creen en Cristo, aprovechando al máximo cada momento oportuno. Que su conversación sea siempre amena y de buen gusto. Así sabrán cómo responder a cada uno.
—Colosenses 4:5–6
¿Cuál es la base en la que reposa la conducta cristiana? Ciertamente no es la presión social. Tampoco lo es la presión legal. El cristiano no vive para agradar a los demás. La motivación de la vida cristiana es el amor que nace de la gratitud a la salvación gratuita ganada por los méritos de Jesucristo como sustituto del pecador cuando en lugar de nosotros, él obedeció perfectamente la ley moral, es decir la voluntad de Dios y en la cruz cargó con el castigo que merecemos. Ese amor guiado por los valores bíblicos es el motor de la conducta cristiana.
Sin embargo el amor cristiano ha de manifestarse de diversos modos conforme sea el objeto de ese amor. Cuando el ser amado es Dios el amor cristiano se manifiesta en una vida consagrada a la adoración al Señor. Por otra parte el amor al prójimo se manifestará antes que en sentimentalismos en una vida de servicio en bien del prójimo. Pero este servicio es de índole espiritual y no de sumisión servil. Esto significa que el servicio que el creyente obra a favor de su prójimo siempre conlleva el propósito de llevarlo al camino de Salvación: Cristo. Por esto el apóstol Pablo nos exhorta: « Compórtense sabiamente con los que no creen en Cristo» Esto puede significar no involucrarnos con ellos en discusiones estériles que solo son pérdida de tiempo. Sin embargo la conversación que tengamos con los que no son parte de la iglesia debe ser amena y de buen gusto, es decir agradable. Tomando en cuenta que cada individuo es diferente y por tanto necesita diferente ayuda para despejar los obstáculos que le impiden escuchar el mensaje. Ser amables y considerados nunca está demás. Si alguno quiere oírnos, somos conscientes que tendremos que usar la ley como espejo en determinado momento. Entonces es prudente anunciarle: «Lo que le diré puede que le duela, pero lo digo, porque es la verdad que debe ser conocida». Puesto que plantear preguntas es una excelente herramienta didáctica, también es bueno solicitar permiso para hacerlo: «Por favor, ¿me permite hacerle una pregunta?» Puesto que somos seres humanos imperfectos tenemos propensión a cometer errores. Por tanto es importante que pidamos el auxilio del Señor para que nos guarde de dañar el mensaje al oyente con nuestra imprudencia. En gratitud a Cristo vamos a querer hacerlo.
Oracion:
Señor, quiero poder hablar de tu gracia y de la obra redentora de Cristo a fin de llevar tu perdón y la vida eterna a las personas de mi entorno. Por eso te suplico me concedas el poder hacerlo sin servir de tropiezo a nadie. Amén.
Meditación - 2020 junio 14
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