(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Reyes 5, Juan 4:23–31)

NO HAY DIFERENCIA, POR CUANTO TODOS PECARON

Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre.

—Romanos 3:22b–24ª, RVR1960

¿Cómo podemos establecer una buena relación con Dios? Esta es una pregunta muy importante, pues como seres humanos estamos conscientes que una mala relación con Dios tiene consecuencias trágicas y eternas.

Una de las respuestas más escuchadas afirma que es posible establecer una buena relación con Dios obedeciendo sus mandamientos. Pero, excepto Jesucristo, ningún ser humano ha cumplido todos los mandamientos de Dios completamente. Según la Biblia «el que cumple con toda la ley, pero falla en un solo punto ya es culpable de haberla quebrantado toda.» (Santiago 2:10). Además, por las palabras de Jesucristo queda claro que el cumplimento debe ser perfecto (Mateo 5:48) Es posible que aquí pensemos: «No hice daño a nadie, soy bueno, por tanto puedo orar para tener una buena relación con Dios» Sin embargo desde la perspectiva de Dios ninguno es bueno (Romanos 3:10-12) todas nuestras buenas obras, por ser imperfectas, delante de Dios son como un trapo de inmundicia (Isaías 64:6) Ante la idea de que por lo menos no somos tan malos como otros lo han sido, la Biblia deja claro que «No hay diferencia por cuanto todos pecaron» por tanto «todos están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:22,23) Por eso vino Cristo. Porque ninguna cosa que nosotros hagamos nos reconcilia con Dios. Solo la obra perfecta de Cristo nos pone en buenas cuentas con Dios. Él obedeció perfectamente en lugar de nosotros y en la cruz pagó con su vida por nuestros pecados, así está escrito: «así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos.» (Romanos 5:19). En gratitud vamos a querer compartir esta buena noticia.

Oracion:

Señor, gracias te doy por haberme perdonado en base a los méritos de Cristo pues Él obedeció perfectamente tu voluntad en lugar de mí y en la cruz entregó su vida en pago del castigo que merezco por mi pecado. Concédeme, te suplico denuedo para compartir esta buena noticia con mi prójimo. Amén.

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