Skip to content

(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Reyes 1:1–27, Juan 3:7–15)

¡ALELUYA!

¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! Alaben a Dios en su santuario, alábenlo en su poderoso firmamento.

—Salmo 150:1

A través de los siglos mucha gente, que ha querido honrar a alguna deidad, ha elegido algún lugar elevado como el sitio más adecuado. Por otra parte hubo otros que imaginaron que lo mejor sería hacerlo en un hermoso santuario o templo. En una ocasión el apóstol Pablo dijo: «El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos construidos por hombres». Esteban, el primer mártir cristiano, poco antes de su muerte dijo: «el Altísimo no habita en casas construidas por manos humanas. Como dice el profeta: “El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies. ¿Qué clase de casa me construirán?—dice el Señor—.¿O qué lugar de descanso? ¿No es mi mano la que ha hecho todas estas cosas?”» (Hechos 17:24; 7:48-50; Isaías 66:1) Siendo así, cabe preguntarse ¿Dónde quiere Dios que le alabemos?

El texto de la meditación de hoy nos suministra la respuesta. Este Salmo no solo cierra adecuadamente con un «¡Aleluya!» la última serie de salmos de alabanza a Dios sino también todo el libro de los salmos y, además, nos dice dónde Dios debe ser alabado, por qué debe ser alabado, cómo, y quién debe alabarlo.

El Señor debe ser alabado en todas partes. Como lo registra el profeta Isaías, el cielo es el trono de Dios y la tierra es su estrado. Juan en los capítulos 4 y 5 de Apocalipsis describe cómo toda la creación adora a Dios en armoniosa alabanza. Dios quiere que toda la creación lo alabe tal como lo expresa también el Salmo 148. El Señor debe ser alabado por todas sus obras: por todos por lo maravilloso de la creación. La humanidad entera debe alabarle por la redención, pues Cristo pagó el precio de la salvación por todos los hijos de Adán. La iglesia debe alabarlo por la santificación pues por la obra del Espíritu Santo es que puede ejercer su sacerdocio siendo luz para este mundo. El Señor debe ser alabado con gozo y entusiasmo. Aunque ninguno de nosotros, los seres humanos, merecemos invocar el nombre de Dios para alabarlo, por los méritos de Cristo, se nos ha otorgado el privilegio de hacerlo. En gratitud al amor inmerecido, por el cual somos salvos, vamos a querer alabar a Dios con gozo continuamente.

Oracion:

Eterno Dios, Creador y Redentor nuestro, que nos creaste maravillosamente, que por los méritos de tu Hijo, el Verbo encarnado, restauraste nuestra naturaleza humana de un modo aún más maravilloso y que por Espíritu Santo nos santificas diariamente por el poder del evangelio: Concede que rebosantes de alegría y gozo en ti te alabemos en todo sitio y ocasión. Amén.

 

Lea el Capítulo Completo Aquí

Meditación - 2020 junio 04


Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

Más Contenido

Meditación - 2019 julio 18

Ver Recursos

Meditación - 2019 julio 18

Ver Recursos

Servicio - 13 enero 2019

Ver Recursos

Meditación - 2020 enero 30

Ver Recursos