Proverbios 22:6

Enseña al niño a seguir fielmente su camino, y aunque llegue a anciano no se apartará de él.

La felicidad de nuestros hijos es nuestra prioridad.

Los que tienen hijos saben que una de sus grandes preocupaciones es la de preparar a sus hijos para una vida secular en el mundo de hoy.

Hay diversas formas de hacerlo. Empezamos desde su niñez enseñándoles a ser respetuosos y obedientes a los padres y mayores. También, nos preocupamos para que vayan a la escuela y terminen sus estudios. Otros comenzarán a ahorrar desde muy temprano para los estudios universitarios y pueden haber muchas otras formas. Pero el fin siempre será el mismo, que cuando sean adultos estén bien y esto está bien. Pero también hay otro camino en el que muchas veces nos descuidados en la crianza de nuestros niños, y es el camino espiritual.

No hay duda de que el Señor quiere que los padres les ayuden a los hijos a desarrollar sus talentos. Una educación temprana garantizará que los niños usen sus dones durante toda la vida para la gloria de Dios. Pero Dios quiere que no solo le enseñemos al niño las cosas de este mundo, sino también las del mundo venidero.  Por tanto, el versículo de hoy contiene una hermosa certidumbre, es decir, el aprendizaje bíblico en la infancia nunca se olvida por completo, permaneciendo siempre como corrector y guía en el camino al cielo.

Por eso, Dios nos anima a que eduquemos a nuestros hijos para vivir en este mundo, pero sin dejar de lado su santa palabra que es la que lo puede hacer sabio no solo para esta vida sino para la venidera.

2 de Timoteo. 3:14,15 Tú, por tu parte, persiste en lo que has aprendido y en lo que te persuadiste, pues sabes de quién has aprendido; tú desde la niñez has conocido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Las enseñanzas que demos a nuestros hijos con la palabra de Dios no solo servirán para esta vida sino también para la vida eterna en el cielo. Es una instrucción que nunca tendrá fin.

Oracion:

Amado Dios, te pido que me des la sabiduría para preparar a mis hijos no solo para esta vida sino también para la vida eterna. Amén.

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