Marcos 8:27

Jesús y sus discípulos fueron entonces a las aldeas de Cesarea de Filipo. En el camino, Jesús les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»

QUIEN SOY YO.

Es normal escuchar esta pregunta en el mundo de personas que quieren saber qué concepto tiene el mundo de ellos, o aun para saber si son importantes entre ciertas comunidades o pueblos.

Jesús, también, era una persona que, en ese tiempo, era muy famosa por sus milagros y sanidades que hacía. Pero, si miramos la respuesta que le dieron sus discípulos de lo que la gente pensaba de Él, era una respuesta errada.

Al respecto, leímos en Mateo. 8:28 Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.

Esa no era la forma como Jesús quería que el mundo lo mirara. Era un concepto errado de Jesús que se tenían en ese tiempo, y hasta el día de hoy, todavía hay personas que miran a Jesús con un concepto errado. La gente tenía varias opiniones sobre quién era Jesús, menos la correcta.

Pero Jesús no llega hasta acá con sus discípulos, va mucho más allá, pues ellos habían caminado con él un promedio de tres años y deberían de conocerlo bien. Por esto les dirige la pregunta a ellos. Entonces él les dijo: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?» Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo. Pedro tomó la vocería de los apóstoles y dieron la respuesta correcta. Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios.

Lamentablemente, el mundo hoy también tiene varios conceptos de Jesús. Unos lo podrán mirar como él que les puede ayudar en momentos de enfermedad o de una situación económica y muchas otras formas.

Pero la misma pregunta que Jesús hizo a sus discípulos es para usted y para mi: ¿ quien dice usted que soy yo? Solo hay una respuesta correcta: tu eres el cristo el hijo de Dios.

Jesús no quiere que le miremos hoy como un simple hombre, como lo hicieron muchas personas de esa época, y lo hacen muchos hoy día, sino que lo miremos como nuestro Salvador, el único que nos puede librar del castigo eterno del infierno.

Oracion:

Amado Jesús, te pido que me des la fe para poderte mira como mi Salvador del pecado y que me mantengas en ella por todo mi camino en este mundo para que pueda ser llevado a la vida eterna. Amén.

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