Meditación - 2020 febrero 27

(Lectura de la Biblia en tres años: Jueces 3:7–31, Lucas 10:38–42)

DIOS LEVANTA JUECES PARA EL PUEBLO DE ISRAEL

Los israelitas hicieron lo que ofende al SEÑOR; se olvidaron del Señor su Dios, y adoraron a las imágenes de Baal y de Aserá. El SEÑOR se enfureció contra Israel a tal grado que los vendió a Cusán Risatayin, rey de Aram Najarayin, a quien estuvieron sometidos durante ocho años. Pero clamaron al SEÑOR, y él hizo que surgiera un libertador, Otoniel hijo de Quenaz, hermano menor de Caleb. Y Otoniel liberó a los israelitas.

—Jueces 3:7–9

¿Cuánta es la paciencia de Dios? A veces pensamos que ninguna. Imaginamos que Dios está buscando a quien eliminar de una sola vez. La Biblia nos muestra que Dios es muy paciente: «Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira y grande en misericordia.» (Salmos 103:8, RV95) ¿Cuál es su límite?

El texto de la meditación de hoy nos dice que «Los israelitas hicieron lo que ofende al SEÑOR». Ya lo habían hecho antes (está registrado en el capítulo anterior) y lo volvieron a hacer muchas veces a lo largo de todo el Antiguo Testamento. Cada vez que los israelitas se apartan del Señor en pos de su depravación, Dios permite que sus enemigos los ataquen. Ante el sufrimiento, los israelitas claman al Señor y él levanta a alguien que usa para traer liberación. Jesucristo vino como el libertador definitivo. Nadie más será levantado por el Señor. Cristo es el límite. Aparte de él no hay salvación. Cuando él vino fue rechazado por los judíos. Pero todavía hoy hay oportunidad para ellos de acudir a su misericordia. La bondad de Dios para con los del Israel terrenal también ha sido extendida por Jesucristo hacia todas las naciones. Esta oportunidad terminará para cada individuo el día de su muerte; y para la humanidad entera cuando Jesucristo retorne para el día del juicio final.

Han pasado ya dos mil años desde que Cristo subió a los cielos y todavía no ha retornado. El apóstol Pedro dijo: « Ante todo, deben saber que en los últimos días vendrá gente burlona que, siguiendo sus malos deseos, se mofará: «¿Qué hubo de esa promesa de su venida? Nuestros padres murieron, y nada ha cambiado desde el principio de la creación.» y explicó también el por qué de la demora con estas palabras: « El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan. (2 Pedro 3:3-4, 9). En gratitud a su gran paciencia para con nosotros y a todo lo que hizo para salvarnos vamos a querer vivir guiados por su palabra.

Oración:

Señor Jesucristo, solo gracias a ti no estoy sufriendo la condena eterna que justamente merezco por mi pecado. Reconozco que por mi propio poder no soy capaz de honrar tu nombre. Te suplico hagas de mi un siervo fiel y agradecido. Amén.

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