
Meditación - 2020 febrero 26
Meditación - 2020 febrero 26
(Lectura de la Biblia en tres años: Jueces 2:11–3:6, Lucas 10:25–37)
POLVO ERES, Y AL POLVO VOLVERÁS
Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás.
—Génesis 3:19
El rey David, como resultado de contemplar los cielos, formuló la siguiente pregunta dirigida a Dios: «¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?» (Salmo 8:4). La última oración del texto de la meditación de hoy es la respuesta a esa pregunta. ¿Cómo así?
Es fácil imaginar que Dios, siendo omnisciente y conocedor del futuro, ha debido ver que los creyentes no seríamos tan malos, no le rechazaríamos y que tendríamos fe. A esa idea que sostiene que Dios nos salvó porque supo que tendríamos fe se la conoce como la herejía de la salvación en vista de la fe. Pero la Biblia no enseña tal cosa. Lo que sí enseña la Biblia es que todos los seres humanos somos depravados y que lo único que merecemos es padecer toda la ira de Dios. Entonces ¿Por qué nos salvó a nosotros? Es el mismo rey David quien responde: «Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.» (Salmos 103:14, RV95). Las dos características principales del amor ágape (el amor de Dios) son: 1) amar a los que no merecen ser amados y 2) dar al otro lo que necesita en lugar de lo que merece. Por cuanto somos pecadores desde el vientre de nuestras madres solo merecemos toda la ira de Dios. Pero el Señor nos regala la salvación porque él es así: Ama incondicionalmente. Sin embargo, también es justo y por eso nuestro pecado debe ser castigado. Por ese mismo amor, Cristo vino para recibir sobre sí mismo toda la ira de Dios que nosotros merecíamos. También vino a obedecer perfectamente todo aquello que no hemos podido nosotros. La obra de Cristo cubre nuestra imperfección. Aunque hemos sido salvados y los méritos de Cristo nos cubren como una vestidura de modo que Dios nos declara justos, todavía seguimos siendo polvo. Lo único que nos hace valiosos es Cristo en nosotros: «Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.» (2 Corintios 4:7). En gratitud vamos a querer reconocer que no hay nada en nosotros que nos ponga por encima de los demás: «Porque polvo eres, y al polvo volverás»
Oración:
Tal como soy de pecador, sin otra fianza que tu amor, a tu llamado vengo a Ti; Cordero de Dios, heme aquí. Tal como soy, buscando paz, en mi aflicción y mal tenaz, combate rudo siento en mí; Cordero de Dios heme aquí. Tal como soy, con mi maldad, Miseria, pena y ceguedad; pues hay remedio pleno en Ti: Cordero de Dios heme aquí. Tal como soy me acogerás; Perdón y alivio me darás; Pues tu promesa ya creí: Cordero de Dios heme aquí. Tal como soy, tu compasión quitado ha toda oposición; Ya pertenezco todo a Ti: Cordero de Dios heme aquí. Amén.
Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.
Más Contenido

Meditación - 2019 julio 18
Ver Recursos
Meditación - 2019 julio 18
Ver Recursos
Servicio - 13 enero 2019
Ver Recursos
Meditación - 2020 enero 30
Ver Recursos