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Meditación - 2020 febrero 20

Meditación - 2020 febrero 20

(Lectura de la Biblia en tres años: Josué 22:1–15, Lucas 9:44–50)

¿QUIÉN VA A SER EL MÁS IMPORTANTE?

Surgió entre los discípulos una discusión sobre quién de ellos sería el más importante. Como Jesús sabía bien lo que pensaban, tomó a un niño y lo puso a su lado.
—El que recibe en mi nombre a este niño —les dijo—, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que es más insignificante entre todos ustedes, ése es el más importante.

—Lucas 9:46–48

—Cuando yo era una niña me quemaron las caries —me dijo, una odontóloga de nombre Susy—, y eso me dolió mucho. Me prometí que evitaría a los niños tal sufrimiento. Por eso estudié odontología.

No a todos los mueven nobles ideales. Cuando yo era niño, las familias solían estimular a los estudiantes a ser los mejores para ser presidente del país. El objetivo era alcanzar la honra de ser la persona más importante. Un pensamiento similar había anidado en las mentes de los discípulos de Cristo. Soñaban con ser admirados por los demás. Imaginaban la importancia de ser el segundo después del rey nombrado por Dios mismo. Este es el pecado de soberbia, llamado también «vanagloria de la vida» en algunos pasajes de la Biblia (1 Juan 2:16,17; Romanos 1:30) y tiene que ver con el concepto que tenemos de nosotros mismos. Considerar que somos, de alguna manera, mejores que otros nos ayuda a sentirnos mejor. Inclusive nos consuela saber que hay personas que pueden ser calificadas como peores que nosotros. Tales comparaciones pueden ayudar a subir un poco nuestra autoestima pero al final son solamente un autoengaño desastroso, pues no somos mejores que nadie. Según la Biblia todos somos igual de pecadores e igual de culpables. Por tantos todos estamos bajo el mismo veredicto: Tan malos que merecemos toda la ira de Dios. Es solo gracias a Cristo que nuestra culpa es borrada y nuestro pecado es perdonado. Es en base a sus méritos, y no a los nuestros, que Dios nos declara justos. Por esto Cristo aclara que es el más importante es el más insignificante. Los niños son conscientes de su lugar en la existencia y por eso actúan como tales. Simplemente dependen de la bondad de los demás, y esperan en ella. En gratitud al amor de redentor de Cristo vamos a querer ser insignificantes como los niños.

Oración:

Gracias, Señor y Salvador Jesucristo, por haberme salvado y así concederme pertenecer a tu reino. Con anhelo expectante espero tu llegada. En tanto, te suplico, me concedas que yo cada día renuncie a la impiedad y a los deseos mundanos, especialmente a la soberbia de querer ser tratado como superior a los demás, a fin de que, en gratitud a tu amor, viva sobria, justa y piadosamente, mientras aguardo la esperanza bienaventurada y tu manifestación gloriosa. Amén.

 

Lea el Capítulo Completo Aquí


Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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