
Meditación - 2020 febrero 03
Meditación - 2020 febrero 03
(Lectura de la Biblia en tres años: Josué 10:1–18, Lucas 7:24–28)
EL AYUNO ESCOGIDO POR DIOS
¿Acaso el ayuno que he escogido
es sólo un día para que el hombre se mortifique?
¿Y sólo para que incline la cabeza como un junco,
haga duelo y se cubra de ceniza?
¿A eso llaman ustedes día de ayuno
y el día aceptable al Señor?
—Isaías 58:5
«Mi religión no me lo permite» ¿Ha escuchado tal afirmación? Yo, sí. Usualmente en labios de alguien que quiere explicar por qué no come o bebe determinado alimento. El mormón se abstiene de beber café. El adventista evita la leche y comer carnes. El católico se abstiene de carne durante la cuaresma. Los pentecostales ayunan largos periodos en busca de auxilio divino ¿Qué dice el Señor acerca de las abstinencias y del ayuno?
En el Antiguo Testamento el ayuno se practicaba para expresar dolor, pesar y lamentación por el pecado (1 Samuel 7:6; Joel 2:12-15; Jonás 3:5.) o para apartarse de las actividades cotidianas y dedicar tiempo a la meditación bíblica en busca de guía espiritual (2 Crónicas 20:3; Esdras 8:21; Ester 4:3,16; Mateo 4:1,2). El ayuno es una forma de mostrar arrepentimiento por el pecado, pero no es una manera de ganar el perdón ni el favor divino. Nuestra oración no tiene más poder si ayunamos. Dios solo escucha las oraciones hechas confiando en los méritos de Cristo y de acuerdo a su voluntad. Por esto el Señor deja claro, en el texto de la meditación de hoy, que está en contra del ayuno dramático. No es nuestro llanto, ni nuestra humillación lo que Dios quiere. Él quiere perfección (Mateo 5:48) Nosotros no somos perfectos y por eso merecemos toda la ira de Dios. Pero Cristo sí fue perfecto, y lo fue en lugar de nosotros. Él fue afligido y sufrió el castigo que merecemos. En gratitud vamos a querer honrarle no con prácticas que parecen gratas a Dios, sino con vidas consagradas que llevan fruto de arrepentimiento: « El ayuno que a mí me agrada es que liberen a los presos encadenados injustamente, […] es que compartan el pan con los que tienen hambre, es que den refugio a los pobres, vistan a los que no tienen ropa, y ayuden a los demás. Los que ayunan así brillarán como la luz de la aurora» (Isaías 58:6–8, TLA; cf. Colosenses 2:20–23)
Oración:
Señor, por tu palabra sé que en el cielo viviremos en una continua celebración de tu amor incondicional. Pero también sé que aquí el gozo de tu salvación me mueve a vivir adorándote y sirviéndote en gratitud a tu amor y misericordia. Concédeme, mediante tus medios de gracia, crecer más y más en la fe para que, fortalecido por tu evangelio, permanezca: firme en la fe y fiel en la devoción y servicio, llevando fruto de arrepentimiento, mientras espero tu venida. Amén.
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