Meditación - 2021 enero 29

(Lectura de la Biblia en tres años: Job 42, Hechos 28:17–21)

EL SEÑOR ESTÁ EN MEDIO DE USTED

“porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos”

Sofonías 3, 17

Cuando alguien se aventura por un lugar sólo y comienzan a pasar cosas que no desconoce su origen, en esos momentos, quisiera estar con alguien. Pero no con cualquiera, sino con alguien que le garantice una ayuda o auxilio si es que lo necesita.

Nosotros en todo nuestro peregrinar en esta tierra pasamos por diversas situaciones que nos ponen como esas personas que se aventuran a explorar o a ir a aventuras solas. Sentimos que estamos abandonados a nuestra suerte y que de nosotros depende lo que nos acontece. Las diversas pruebas que podemos llegar a tener nos pueden hacer sentir como un soldado que va a la guerra cuyo único equipo es su espada ante una legión de soldados.

Sentiríamos que todo está perdido, pero el Señor nos dice algo muy alentador: Él está en medio de nosotros. Como un guerrero victorioso nos acompaña en esta vida terrena donde estamos al blanco de diversas pruebas. Pero el escudo del Señor nos defiende, y su espada más cortante que el arma de dos filos nos hace avanzar hacia adelante con una confianza aún mayor.

¿De qué temeremos si el mismo Hacedor del mundo acampa de lado nuestro para ayudarnos a combatir a nuestros enemigos? La muerte, el diablo, nuestra carne pecaminosa y el mundo no son rivales para nuestro Dios. Si fuéramos solos por el mundo no tendríamos oportunidad alguna. Pero Dios es fiel y su amor perfecto nos alcanza hasta los confines de la tierra.

Nunca nos dejará solos. Él nos lo garantiza al mostrarnos que dio su misma vida en la cruz para que seamos parte de su cuerpo. No hay muestra de amor más perfecta que ésta. Él estará a nuestro lado todos los días, hasta el fin del mundo.

Oración:

Señor, gracias por estar en medio de mí. Me has mostrado tu amor perfecto del cual quiero seguir ejemplo. ¡Ayúdame a seguirte, oh Señor! Amén.

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