Meditación - 2021 enero 26

(Lectura de la Biblia en tres años: Job 40:1–5, Hechos 27:39–44)

RECUERDE Y BUSQUE A SU SEÑOR

“¡Refúgiense en el Señor y en su fuerza, busquen siempre su presencia! ¡Recuerden las maravillas que ha realizado, los prodigios y los juicios que ha emitido!”

1 Crónicas 16, 11-12

En algunas ocasiones, el miedo nos puede dominar por determinadas circunstancias en las que nos llegamos a encontrar. El miedo es un sentimiento común que nos avisa de algún peligro, en ocasiones nos ayuda a prevenir cosas que pueden causarnos daño.

Pero hay momentos en que ciertas circunstancias nos meten un temor en el cual caemos en la desesperación y tanto puede llegar a ser que nos olvidamos de nuestro Dios. Olvidamos todo lo que ha hecho por nosotros. No recordamos que nos ha amado, que nos ha llamado a la fe, nos ha dado su perdón y que nos ha dado la vida eterna. Y al olvidar todas las maravillosas obras que nos ha dado en amor, no sabemos a dónde acudir. Y con justa razón, ya que fuera del Señor no hay otro refugio. ¿Quién más es el dueño del mundo? ¿Quién más garantiza la salvación de nuestra alma? ¿Quién o qué puede darnos el perdón de todos nuestros pecados?

Es en estos momentos de angustia que debemos regresar al Señor. Cuando pase por momentos así acuda al Señor. Acuda a las Sagradas Escrituras, donde el Señor le habla y le da la seguridad de sus promesas. ¡Recuerde las maravillas que ha realizado, los prodigios y los juicios que ha emitido! Nada hay más dulce que las buenas noticias del Señor que nos transmite por la Biblia. Él es nuestro amparo y fortaleza. Bajo sus alas no hay temor alguno, pues nos defiende de todo peligro físico y espiritual. Nada hay que nos pase que Él no lo permita. Todo lo hace para bien de quienes ama.

Nunca olvide al Señor, pues fuera de Él estamos perdidos. No hay refugio más seguro que su amparo, pues de Él son todas las cosas. Nuestra alma descansa bajo la protectora mirada de Dios.

Oración:

Señor, ¡tú y nadie más es mi refugio! Solo tú me das la seguridad del perdón y la protección de mi alma y cuerpo. Perdóname por todas las veces que olvidé todo lo que has hecho por mí. Que tu Palabra siempre me recuerde que fuera de ti nada hay que me proteja. Amén.

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