Meditación - 2021 enero 25

(Lectura de la Biblia en tres años: Job 39, Hechos 27:29–38)

TODA BENDICIÓN VIENE DE DIOS

“Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras. Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación.”

Santiago 1, 17-18

Saber el origen de donde proviene algo nos puede dar una información mayor acerca de ese algo. Nos puede decir el cómo llegó a nosotros, por qué a nosotros y también a quién debemos de reconocer al autor de ese algo.

Es muy frecuente que olvidemos algo muy importante, que es que nosotros dependemos totalmente de Dios. Todo lo que poseemos viene de Dios. A nuestra naturaleza pecaminosa no le gusta reconocer que todo proviene de Dios. Quiere llevarse todo el crédito, no dárselo a nadie más. Lo quiere todo para sí mismo y no pensar en el beneficio y bienestar de nadie más. Quiere toda la gloria, reconocimiento y atención para sí. Quiere ser una especie de "dios" al querer mostrar que no necesita de nada ni nadie para triunfar y ser lo que es. Que todo lo consigue con sus propias obras y que éstas son perfectas porque así lo quiere, según su propio estándar.

¡Qué ignorancia y atrevimiento al tener semejante pensamiento! Nuestro necio corazón ignora de dónde proviene todo lo que posee. ¿Acaso él creó este mundo? ¿Acaso el universo dejará de existir en cuanto muramos? Este mundo vino a existir por obra de Dios. El mundo se sostiene por obra de Dios. Él es quien nos da todas sus bendiciones, pues al final es su creación. Nosotros, en nuestro pecado, no merecemos absolutamente nada del Creador. Pero su amor perfecto que nos ha dado a su Hijo Jesús nos ha perdonado, y ahora nos da bienes materiales y espirituales. Nos alimenta, nos da un lugar donde vivir, una familia, un gobierno, vestido, animales, etc... Y lo mejor de todo nos da su perdón, la salvación y la vida eterna. Todo eso nos lo da porque nos ama y nada más. No lo merecemos, pero su misericordia es grande. ¡Toda la gloria sea dada a Dios!

Oración:

Señor, gracias por todo lo que me has dado. No lo merezco ni he hecho nada para que me des tus bendiciones. Que esto siempre lo tenga presente y viva santamente en agradecimiento. Amén

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