Meditación - 2021 enero 19

(Lectura de la Biblia en tres años: Job 34:12–37, Hechos 26:12–18)

NUEVAS FUERZAS

“pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán.”

Isaías 40, 31

Cada día pasan cosas que nos dejan muy fatigados. Levantarse muy temprano para no llegar tarde al trabajo o a la escuela; Ir a las dependencias de gobierno para pagar impuestos; Salir al supermercado para comprar la despensa de la casa, etc... Todo esto puede solucionarse con un buen día de descanso bien aprovechado o unas muy largas vacaciones.

Pero, hay un agotamiento que no es tan fácil de tratar como salir de vacaciones o darse un día de descanso y, lamentablemente, es uno de los más descuidados y tenidos como menos importantes en la vida de las personas. Ese agotamiento es el espiritual. ¿Cómo es que nos agotamos espiritualmente? Con el pecado y sus consecuencias. Al practicar el pecado, nuestra conciencia nos amonesta con el sentimiento de culpa, el cual no es nada fácil de cargar. También el pecado de quienes están alrededor nuestro llegan a tener consecuencias que nos perjudican también a nosotros, y nuestra carga todavía se aumenta más. Nuestro espíritu se ve afligido por la culpa, la desesperación y la enemistad que generan los pecados de aquellos que se encuentran alrededor.

Pero Dios entra en nuestro auxilio. Él nos muestra el precioso mensaje del evangelio. Nos muestra a Cristo resucitado y triunfante sobre el pecado, que lo ha hecho en lugar nuestro. Dios nos perdona todas nuestras culpas y nos limpia con la sangre de Jesucristo. Ahora estamos en paz con Él. La fe que confía en el amor de Dios otorga nuevas fuerzas para seguir adelante y no voltear a ver más nuestros vergonzosos pecados. Y así mismo nos invita a mostrarle a quienes están a nuestro alrededor a Cristo crucificado por amor a ellos, para que así se arrepientan de sus pecados y encuentren consuelo y guía en la Palabra de Dios.

Oración:

Oh Señor mío, son tantas las cargas que se han juntado encima de mí por causa de mi pecado. Por amor a tu Hijo perdóname y renueva mis fuerzas para así llevar una vida que sea agradable a ti. Amén.

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