
Meditación - 2020 diciembre 27
Meditación - 2020 diciembre 27
(Lectura de la Biblia en tres años: Job 15:1–14, Hechos 21:1–8)
¡El regalo del Verbo encarnado!
En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios…14 Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros.
Juan 1:1,14.
Una Navidad, un padre decidió comprarles a sus hijos un gran regalo. Era un hermoso juego de columpios con dos columpios, un banquito, un tobogán, barras y anillos para colgar. Cuando llegó la caja y vio todo lo que tenía que hacer para armarlo, gritó: "¡Nunca más!" "El próximo año los únicos juguetes que voy a comprar serán los que digan 'No se requiere ensamblaje'".
Lástima que mucho del trajín que viene con las fiestas navideñas causa que nos sintamos así de la Navidad: "¡Nunca más! ¡Me alegro que la Navidad viene solo una vez al año!" Es una pena porque la Navidad no termina el 26 de diciembre. Apenas comienza. La Navidad dura doce meses. Más importante aún, ¡la grandeza de los regalos de Dios envueltos en Jesús es motivo de celebración sin cesar! Pues, eso es lo que vamos a hacer esta primera semana de Navidad y la última semana de nuestro año civil. ¡Vamos a celebrar y disfrutar los dones de Dios que todos recibimos y que disfrutaremos para siempre!
El primer regalo que quiero que saques y disfrutes es simplemente este: Dios se hizo humano. No aprecié completamente el milagro del Verbo haciéndose hombre hasta que tuve mis propios hijos. Cuatro veces he tenido la alegría de cargar en mis brazos a hijas recién nacidas. Cada una era tan pequeña. Cada vez pensaba, “Querido Señor, gracias por este regalo de 3.5 kilos." Luego pensé: “Casi no lo puedo creer todavía. Tú, Señor, que me tejiste en el vientre de mi madre, fuiste así. ¡María te envolvió en pañales a ti que cubriste el universo de estrellas! ¡Guau!" Luego, hay que pensar. ¡Dios realizó este milagro para ti y para mí! ¿Quiénes somos para que Dios haga esto por nosotros? No siempre apreciamos ni los regalos como la familia, y mucho menos el regalo de su Hijo. Pero, ¡aquí está la grandeza del regalo! En esta palabra de Juan, Dios se pone en tus brazos y dice: “Aquí estoy, tu regalo de 3.5 kilos, tan pequeño, tan humano, pero sin pecado. ¡Aquí viene para redimirte y darte el derecho de ser hijo e hija de Dios!”
Oh, arrodíllate y adóralo: “Querido Dios, gracias por este regalo de 3.5 kilos que eres tú!”
Oración:
Precioso Jesús, para mí todos los días son Navidad. ¡Tú eres mi regalo! Ahora, concédeme tu Espíritu Santo para que pueda apreciarte más y más. Amén.
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