
Meditación - 2020 diciembre 10
Meditación - 2020 diciembre 10
(Lectura de la Biblia en tres años: Ester 9:1–15, Hechos 17:10–20)
¡La fiesta de paz!
11 »Esta es la ley respecto al sacrificio de comunión que se ofrece al Señor: 12 Si se ofrece en acción de gracias, entonces se ofrecerán también panes sin levadura amasados con aceite, obleas sin levadura untadas con aceite, o panes de flor de harina amasados con aceite. 13 Junto con el sacrificio de comunión en acción de gracias, se deberá presentar una ofrenda de pan con levadura.
Levítico 7:11-13.
En el Antiguo Testamento, el templo era un lugar de adoración, pero también un lugar que olía a carne quemada de animales. Para expiar el pecado de uno, se tenía que llevar un animal sin mancha al sacerdote, y el pecado de la persona se colocaba simbólicamente en él. Luego, el animal era sacrificado como sustituto de la persona.
Los sacrificios del Antiguo Testamento señalaban a los creyentes hacia el día en que el Hijo de Dios se sustituiría a sí mismo como el Cordero de Dios sin mancha para expiarlos. Por fe en el Mesías simbolizado en los animales, los creyentes antiguos, recibieron lo que tú y yo recibimos por fe en Jesús. Recibieron el perdón de Cristo y la restauración a Dios, como un hijo perdido regresado a sus padres.
Sé lo que se siente reunirse con un niño perdido. Mi esposa y yo una vez perdimos a nuestra hija en la playa. Por cada segundo que estuvo perdida, no tuvimos paz. Luego, cuando el salvavidas nos la regresó, el alivio y la alegría se apoderaron de nosotros. Gritamos: “¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!"
En el Antiguo Testamento, Dios dio una manera de expresar ese grito de alabanza. Fue la ofrenda en nuestra lectura: “el sacrificio de comunión.” Con corazones llenos de paz y gratitud por el perdón y la restauración a través de la ofrenda del pecado, Dios les dio a los creyentes una manera hermosa de gritar: “¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!" Básicamente, les dijo que hicieran una fiesta de paz.
¿Tienes ganas de gritar: “¡Aleluya!” Quizás si o quizás no. A veces, ese no es el grito que tenemos ganas de dar. A veces, sentimos deseos de soltar un grito de frustración, un gemido de dolor o preocupación o un suspiro de tristeza y derrota. La paz parece perdida, lejana y a veces Dios también. Si ese eres tú, recuerda esto: ¡puedes hacer una fiesta de paz! ¡Puedes darte un festín con Dios! ¿Por qué? Porque sin importar cómo te sientas, este es el hecho: ¡Jesús, el Hijo de Dios, es el Cordero de Dios que se sacrificó a sí mismo como tu sustituto! ¡Mirándolo con fe estás en paz con Dios! “En Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo”. (Efesios 2:13)
Griten conmigo: “¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!" ¡Ahora, a la fiesta!
Oración:
Padre Celestial, no importa cómo me sienta, nada puede cambiar la verdad: tu Hijo expió mi pecado y estoy cerca a ti. Mi corazón agradecido te grita, ¡Aleluya! " Amén.
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