Meditación - 2020 agosto 24

(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Crónicas 6:1–30, Juan 16:9–15)

EL ESPÍRITU DE LA VERDAD, LOS GUIARÁ A TODA LA VERDAD

Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir.

—Juan 16:13

En la actualidad la noción de verdad ha dejado de tener la importancia de otros tiempos. Pero eso no es algo nuevo, ya en tiempos del filósofo Protágoras de Abdera (que vivió 400 años a.C.) era común escuchar: «No existe la verdad absoluta y esto es la verdad absoluta». Aunque, tanto en el pasado como en el presente, muchos han dudado de que exista la verdad o que esta pueda llegar a ser conocida por el ser humano, Cristo prometió a sus apóstoles que «cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad» ¿Cómo lo cumplió?

Cuando Jesús comenzó su ministerio terrenal reconoció que los seres humanos estaban desorientados, «tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Así que comenzó a enseñarles la verdad (Marcos 6:34). Quiso que todos conozcan la verdad y por eso comisionó a sus apóstoles dar a conocer la verdad en todo el planeta. Les prometió que el Espíritu de la verdad, los guiará a toda la verdad. Cristo cumplió su promesa al enviar al Espíritu de la verdad cuando se celebraba la fiesta de Pentecostés de aquél mismo año. El Espíritu Santo no solamente guió a los apóstoles en cuanto a cómo y dónde llevar el mensaje. También los inspiró y capacitó para registrar la verdad por escrito en el documento que hoy conocemos como el Nuevo Testamento. Sí, la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis es la Palabra inspirada de Dios, es la verdad. Todo lo que ella enseña es solo la verdad sin duda alguna.

Puesto que la Biblia da testimonio que Cristo vino para salvarnos, entonces vamos a querer creer eso sin dudar. En gratitud a esa salvación vamos a querer ser celosos guardianes de la verdad y no permitir que su mensaje sea adulterado.

Oracion:

Señor, has encomendado a tu iglesia la misión de dar a conocer toda la verdad. Pero a causa de nuestra pecaminosidad fallamos en nuestra misión. Te suplico nos concedas el valor, la convicción y el compromiso para asumir nuestra tarea con gusto y con responsabilidad por Jesucristo tu Hijo y redentor nuestro. Amén.

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