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Meditación - 2020 abril 28

(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Samuel 27:1–28:2, Lucas 21:25–30)

LAS SEÑALES DE LA VENIDA DEL SEÑOR

Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones estarán angustiadas y perplejas por el bramido y la agitación del mar. Se desmayarán de terror los hombres, temerosos por lo que va a sucederle al mundo, porque los cuerpos celestes serán sacudidos.

—Lucas 21:25–26

En la última semana de su ministerio terrenal el Señor Jesucristo hablo acerca del fin del mundo. El texto de la meditación para hoy se refiere a los últimos acontecimientos que señalan su venida. Jesús dice que los hombres desmayarán de terror. ¿Por qué la venida del señor es señalada por eventos de terror?

Jesús describe el fin del mundo como suceso devastador que marcado por señales espantosas que causarán que la gente se desmaye de terror. Los cuerpos celestes serán sacudidos y el mar se agitará y rugirá. Será como si la creación se estuviera derrumbando, y entonces el Hijo del hombre vendrá en una nube con poder y gran gloria. La venida del Señor no será en secreto, sino «como el relámpago que fulgura e ilumina el cielo de uno a otro extremo» (Lucas 17:24).
Los acontecimientos que Jesús describe aquí son aterradores; al igual que otras señales cómo las guerras, pestes, etcétera. Sirven como un recordatorio del terrible destino final de quiénes se pierden al rechazar la salvación gratuita. Sin embargo, estos mismos acontecimientos tienen un significado consolador para el creyente. El fin significa la redención final, la liberación final de todo el mal de este mundo: el pecado, la muerte y el poder del diablo. Con buenas razones Jesús exhorta a los discípulos para que levanten la cabeza con esperanza cuando las señales del fin del mundo se comiencen a revelar. El cristiano no espera sufrir por la eternidad. Por el contrario, confía en que irá al gozo eterno, no por sus méritos o buena conducta sino únicamente por los méritos de la perfecta obediencia de Cristo a la voluntad de Dios en lugar de nosotros y por haber sufrido en lugar nuestro todo el peso del castigo eterno que merecíamos por nuestro pecado. En gratitud vamos a querer vivir en santidad mientras aguardamos su retorno.

Oración:

Señor, tú eres misericordioso y compasivo, lento para la ira y grande en misericordia, no guardarás para siempre tu enojo, sino otra vez tendrás piedad de mí. No trates conmigo conforme a mis pecados ni me pagues conforme a mi iniquidad. Oh Dios, tú has dicho que no tienes placer en la muerte del pecador, sino que vuelva de su mal camino y viva. Ten misericordia también de mí. No me mires con mis pecados, sino mírame en Jesús, tu Hijo, mi único Salvador, Mediador y Redentor. Por causa de la sangre que él derramó y de su perfecta justicia, ten piedad de mí. Con el poder de tu Espíritu Santo enmendaré mi vida; contemplaré tu santísima presencia y pensaré en el hecho de que si estoy en actividad o si estoy quieto o sea lo que haga tú estás presente y me observas. Que tales pensamientos nunca abandonen mi corazón. Amén.

 

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Meditación - 2020 abril 28


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