Meditación - 2020 abril 24

(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Samuel 24, Lucas 20:41–47)

JESÚS RESUCITADO SE MANIFIESTA EN EMAÚS

Luego, estando [Jesús] con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció. Se decían el uno al otro:
—¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?

—Lucas 24:30–32

El mismo domingo de su resurrección el Señor Jesucristo se manifestó a dos de sus seguidores que viajaban por el camino a Emaús. Pero se manifestó con apariencia velada de modo que ellos no lo reconocieron. Durante el viaje, viendo que estaban acongojados con los recientes sucesos, el Señor les explicó que la muerte y resurrección de Cristo habían sido anunciadas por los profetas. Al llegar a Emaús invitaron al Señor a quedarse para pasar la noche en casa de ellos. Cuando cenaban Cristo tomó el pan y lo bendijo. Fue entonces que ellos lo reconocieron. Pero el Señor desapareció de la vista de ellos. El Señor estaba presente allí con ellos todo ese tiempo pero quería que aprendan a verlo con los ojos de la fe

Hoy Jesucristo está realmente presente en las reuniones de la iglesia visible pues así él lo prometió. De una manera especial está presente en la Santa Cena, de un modo sacramental, pues además de estar presente como lo prometió, también está presente con su cuerpo y sangre que entregó en la cruz. Según la Biblia en la Santa cena comemos pan y bebemos vino, pero también el cuerpo y la sangre de Cristo. Estos cuatro elementos están presentes en la cena del Señor. El pan y el vino son visibles pero junto con ese pan y esa copa participamos del cuerpo y la sangre de Cristo que él entregó en la cruz para nuestra salvación (1 Corintios 11:25,26). En gratitud vamos a querer hacer uso diligente de la cena del Señor.

Oración:

Amado Señor, tú has prometido estar con nosotros allí donde nos reunimos dos o tres en tu nombre. Pero también nos has enseñado que tu cuerpo y sangre están presentes en la Santa Cena cuando comemos el pan y bebemos la copa que nos ofreces para el perdón de los pecados. Gracias por afirmarnos en tu palabra y en la verdadera fe por este medio de gracia. Amén.

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