Meditación - 2020 abril 21

(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Samuel 21:1–22:5, Lucas 20:19–26)

¿TODAVÍA SE INFILTRAN ESPÍAS EN EL PUEBLO DE DIOS?

—Maestro —dijeron los espías—, sabemos que lo que dices y enseñas es correcto. No juzgas por las apariencias, sino que de verdad enseñas el camino de Dios.

—Lucas 20:21

El espionaje es una de las estrategias más antiguas usadas por el ser humano para enfrentar sus conflictos. La Biblia nos dice que José acusó sus hermanos de ser espías. También que Josué y David enviaron espías. El apóstol Pablo afirmó que a la iglesia entraron espías (Génesis 42:9; Josué 2:1; 1 Samuel 24:6; Gálatas 2:4) ¿Existe alguna posibilidad de que en la actualidad en la iglesia todavía hayan espías? La respuesta definitivamente es: sí. ¿Cómo así?

La característica del espía es la de aparentar no serlo para pasar desapercibido y así lograr su propósito. Nuestro enemigo usa el espionaje para lograr sus propósitos: «Y no es de extrañar, ya que Satanás mismo se disfraza de ángel de luz. Por eso no es de sorprenderse que sus servidores se disfracen de servidores de la justicia. Su fin corresponderá con lo que merecen sus acciones.»
(2 Corintios 11:14-15). La Biblia advierte que en la iglesia habrían falsos ungidos (la palabra Cristo significa ungido), falsos apóstoles, falsos profetas, falsos maestros y falsos hermanos (Mateo 7:15, 21-23; 24:24; 2 Corintios 11:13; 2 Pedro 2:1). El Señor nos manda prestar atención a este peligro y resguardarnos. Enseñó que podemos identificarlos por sus frutos. El fruto de estos lobos disfrazados de ovejas es su falsa doctrina con la que buscan engañar a los incautos a fin de arrastrarlos hacia la perdición eterna. La falsa doctrina no nos arrebata la salvación pero sí debilita la fe. Una fe débil puede fácilmente perderse. Por eso Pablo escribe «Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos.» (Romanos 16:17, RV 60) Juan nos advierte: «Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis:¡Bienvenido! Porque el que le dice:¡Bienvenido! participa en sus malas obras.» (2 Juan 1:9-11) Llamar hermano en la fe a quien adultera la doctrina es un pecado por el que merecemos toda la ira de Dios. Hay perdón gratuito gracias a los méritos de Cristo. Quienes nos hemos beneficiado de este perdón, en gratitud vamos a querer ser celosos guardianes de la doctrina pura (Judas 3-4)

Oración:

Amado Señor, tú nos advertiste oportunamente de los lobos disfrazados de ovejas. Te suplico abras los ojos de mi entendimiento a fin de que pueda discernir la falsa doctrina para apartarme de los que la difunden. Amén.

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