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Meditación - 2020 abril 16

Meditación - 2020 abril 16

(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Samuel 17:38–18:5, Lucas 19:32–37)

¡ALABADO SEA DIOS!

¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva

—1 Pedro 1:3

Cuando Cristo resucitó sus discípulos se llenaron de mucha alegría pues el dolor de saber que ya no vivía había terminado. Sin embargo, la resurrección de Jesús trajo mayores beneficios que el solo saber que está vivo. ¿Cuáles son?

Después de la Caída de Adán y Eva, el libre albedrío del ser humano quedó deteriorado. Desde el punto de vista espiritual quedamos muertos. Sin libre albedrío en asuntos espirituales y esclavos del pecado y de Satanás. Sin capacidad, ni deseo de buscar a Dios, ni elegir seguirle (Romanos 3:10,11; Juan 15:5). Tan limitados que lo único que podíamos hacer es pecar, tal como lo describe Pablo: «En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados, en los cuales andaban conforme a los poderes de este mundo. Se conducían según el que gobierna las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en la desobediencia.» (Efesios 2:1–2). Es en esa nuestra triste condición que Dios en su misericordia nos salvó resucitándonos a la vida espiritual. Este es uno de los beneficios de la resurrección de Cristo, el nuevo nacimiento. Así como un muerto no puede resucitarse a sí mismo y nadie puede nacer por voluntad propia, no podíamos salvarnos de la muerte espiritual. Este es un milagro que el Espíritu Santo obró con el poder de la palabra de Dios: «A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen» (Romanos 1:16). Es el poder del evangelio el que nos ha resucitado y nos ha dado la fe salvadora que nos lleva a confiar en los méritos de Cristo y en su obra consumada a favor nuestro. Nada podíamos hacer y nada hicimos para salvarnos, como está escrito: «Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.» (Efesios 2:8–9). En gratitud al amor de Dios manifestado en Cristo quien obedeció la voluntad de Dios perfectamente en lugar nuestro y que murió en la cruz pagando nuestro pecado, vamos a querer vivir consagrados a su servicio.

Oración:

Señor, te doy gracias porque Jesucristo, verdadero Dios, engendrado del Padre en la eternidad, y también verdadero hombre, nacido de la virgen María, es mi Señor.
Que me ha redimido a mí, criatura perdida y condenada, me ha rescatado y librado de todos los pecados, de la muerte y del poder del diablo, no con oro ni con plata, sino con su santa y preciosa sangre y con su inocente pasión y muerte.
Y todo esto lo hizo para que yo sea suyo y viva bajo él en su reino y le sirva en justicia, inocencia y bienaventuranza eternas, así como él, resucitado de entre los muertos, vive y reina eternamente. Esto es ciertamente la verdad. Amén.

 

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