
Meditación - 2020 abril 13
Meditación - 2020 abril 13
(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Samuel 16, Lucas 19:11–17)
SAÚL PIERDE EL FAVOR DE DIOS
El Señor le dijo a Samuel:
—¿Cuánto tiempo vas a quedarte llorando por Saúl, si ya lo he rechazado como rey de Israel? Mejor llena de aceite tu cuerno, y ponte en camino. Voy a enviarte a Belén, a la casa de Isaí, pues he escogido como rey a uno de sus hijos.
—1 Samuel 16:1
¿Es posible que alguien pierda el favor de Dios definitivamente? ¿Cuándo y por qué?
La Palabra de Dios, nos advierte de lo peligroso que es descuidar la salvación. Tanto Pablo como Pedro dan serias advertencias al respecto: «¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?» (1 Corintios 10:1–12; 2 Pedro 1:8–13; Hebreos 3:16–4:2; 2:3)
Pero así cómo nuestras buenas obras, es decir, nuestro buen comportamiento no sirve para ponernos en buena relación con Dios, tampoco sirven para cuidar la fe salvadora. Aquí es importante que no nos confundamos. Toda persona que hace el mal y al final se condena al infierno es totalmente culpable de eso. Pero ninguna persona que llega al cielo pudo merecer de ningún modo el haberlo alcanzado. Los ayunos, las vigilias o cualquier cosa devota que hagamos no nos ayudan a cuidar la fe salvadora, la salvación. Pero el vivir en persistente rebelión contra el Señor sin arrepentimiento del pecado ayuda a perder la fe. ¿Qué hacer?
Saúl no tenía los méritos para ser rey de Israel. Dios lo llamó por su gracia. Pero cuando ya era rey, permitió que su soberbia le engañe llevándolo a creer que podía desobedecer la palabra de Dios sin mayores consecuencias. Las palabras del profeta Samuel al rey Saúl muestran cuán grave es menospreciar la palabra de Dios: «La rebeldía es tan grave como la adivinación, y la arrogancia, como el pecado de la idolatría. Y como tú has rechazado la palabra del Señor, él te ha rechazado como rey.» (1 Samuel 15:16–23). Nuestra naturaleza pecadora continuamente rechaza la palabra de Dios, por eso merecemos toda la ira de Dios. Cristo nos salvó de este pecado al apreciar y obedecer perfectamente la palabra de Dios en lugar nuestro y al sufrir en la cruz el castigo que merecíamos. Por sus méritos somos salvos mediante la fe que el evangelio produce en nuestros corazones. Solo el evangelio puede fortalecer nuestra fe. En gratitud vamos a querer alimentarnos de las buenas noticias para estar firmes en la fe.
Oración:
Señor, tú eres santo y justo, yo solo soy un pecador tan merecedor de toda tu ira que sin tu gracia no puedo ser salvo. Pero en mi viejo Adán también yo resisto tu gracia y por eso mismo estoy en peligro de que mi fe se debilite. Por el poder del evangelio que viene a mí por tus medios de gracia fortaléceme y guárdame en la verdadera fe para la vida eterna. Amén.
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