
Meditación - 2020 abril 08
Meditación - 2020 abril 08
LA FE HUMILDE EN LA PALABRA DE DIOS
Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del templo, y le dijo:
—Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Porque escrito está: «Ordenará que sus ángeles te sostengan en sus manos, para que no tropieces con piedra alguna.»
—Mateo 4:5–6
El Salmo 91 nos asegura que Dios tiene cuidado de su pueblo y lo protege amorosamente frente a las pestes y otros diversos peligros. Al diablo no le agrada que los creyentes vivan tranquilos confiados en el Señor y por esto procurará que caigan en la tentación. ¿De qué estrategia se valdrá?
Cuando el Señor Jesucristo expresó su confianza en la providencia de Dios y no en su propio poder al negarse a proveerse de pan, el diablo usó el Salmo 91 para que Cristo pierda el favor de Dios. El Señor venció a Satanás al mostrarle el verdadero uso de las promesas del Señor. Jesucristo venció a Satanás en lugar nuestro y por sus méritos hemos sido perdonados de todas las veces que hemos pecado tentando al Señor. Cristo citó la Escritura que dice: «No pongas a prueba al Señor tu Dios» (Deuteronomio 6:16). Tentar al Señor no es muestra de fe. Por el contrario es muestra de incredulidad.
Un ejemplo de cómo los creyentes queremos confiar en la protección divina lo encontramos en el consejo que da Martín Lutero cuando a él y al resto de Europa le tocó vivir con la peste negra: «Le pediré a Dios que nos proteja misericordiosamente. Luego fumigaré, ayudaré a purificar el aire, administraré la medicina y la tomaré. Evitaré lugares donde no es necesaria mi presencia para no contaminarme ni contaminar a otros y así causar su muerte por mi negligencia. Si Dios quisiera llevarme, seguramente me encontrará haciendo lo que esperaba de mí, pues evité ser responsable de mi propia muerte y la de los demás. Pero si mi vecino me necesita no evitaré ayudarle. Mira esta es una fe temerosa de Dios porque no es insensata ni descarada y no tienta a Dios»
En gratitud a Cristo vamos a querer ejercer fe sensata y no tentar al Señor aplicando las previsiones aconsejables cuando nos toca enfrentar enfermedades.
Oración:
Señor, ¿A quién tengo yo en los cielos? Aparte de ti nada deseo en la tierra. Guarda mis pasos para que no haga el mal, líbrame de actuar con temeridad insensata o con temor infundado. Que mi confianza en ti sea humilde y responsable de tal modo que no sea un instrumento para dañar a nadie y sí sea usado por ti para llevar el bien a quien lo necesita. Por Jesucristo tu Hijo. Amén.
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