
Meditación - 2020 abril 02
Meditación - 2020 abril 02
(Lectura de la Biblia en tres años: 1 Samuel 9, Lucas 17:20–28)
DIOS TRANSFORMA LOS SUCESOS MALOS EN BENDICIONES
Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente. Así que, ¡no tengan miedo! Yo cuidaré de ustedes y de sus hijos. Y así, con el corazón en la mano, José los reconfortó.
—Génesis 50:20–21
José era el único hijo de Raquel, la esposa amada de Jacob. Su padre lo trataba con una especial preferencia al punto que le vistió con una llamativa túnica de colores. La envidia y los celos corroyeron el corazón de sus hermanos mayores y para deshacerse de él pensaron en matarlo, pero finalmente lo vendieron como esclavo a unos mercaderes quienes lo llevaron a Egipto.
José, siendo esclavo, destacó por su fidelidad y buen juicio. La esposa de su amo egipcio quiso adulterar con José. Pero José no consintió, por eso ella lo calumnió acusándolo de tratar de violarla. Por esto José fue encarcelado. Todo parecía ir de mal en peor para José. Pero en lugar de concentrarse en sus circunstancias él mantuvo la mente en el pensamiento de que el Señor quería lo mejor para él. Esta mentalidad ayudó a José a mantenerse firme en la fe y servir en la cárcel como si estuviera al servicio de Dios. El Señor, providencialmente, transformó todas esas indeseables circunstancias en bendiciones no solo para la vida de José y su familia, sino para todo Egipto y los países vecinos. Y también para la humanidad entera, pues Dios usó estas circunstancias para que nazca la nación de Israel de la que vino Cristo.
No es fácil comprender que nuestros sufrimientos, por muy malos que nos parezcan tienen relevancia positiva, pues suceden dentro de los propósitos divinos. Dios permite que su pueblo atraviese momentos de tribulación y transforma esos desagradables sucesos en bendiciones tanto para nosotros como para los demás. Esa es la verdad, tal como Pablo lo reconoce: «Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.» (Romanos 8:28).
Oración:
Amado Padre, perdóname por cada vez que al ver mis circunstancias como negativas he dado lugar al temor y duda olvidando que siempre me guardas a pesar de mi fe débil. Concédeme que siempre medite sobre y hable de tu bondad, fidelidad y guía misericordiosa, y así pueda desechar toda preocupación inútil y los pensamientos pecaminosos. Pero si tú me enviaras alguna aflicción para probar mi fe, mi paciencia y esperanza, oh mi Dios, recuerda que soy tu hijo; que sin ti no puedo hacer nada; y que tú eres, Padre mío, el que puede enviarme liberación y auxilio oportuno y diga: Alzaré mis ojos a los montes: ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. Amén.
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