Meditación - 2019 septiembre 26

(Lectura de la Biblia en tres años: Levítico 17, Marcos 1:35–45)

SEPTIEMBRE, EL MES DE LA BIBLIA

Pues ustedes han nacido de nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de Dios que vive y permanece. Porque «todo mortal es como la hierba, y toda su gloria como la flor del campo; la hierba se seca y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece para siempre.»
Y ésta es la palabra del evangelio que se les ha anunciado a ustedes.

—1 Pedro 1:23–25

En el texto entre comillas de la meditación de hoy el apóstol Pedro cita Isaías 40:8 para mostrar la perennidad de la Palabra de Dios. Pedro aclara que el evangelio es el poder por el cual fuimos engendrados. Esto significa que no nacemos de nuevo por una decisión que nosotros hayamos tomado (Juan 1:12,13)

Los libros canónicos de la Biblia son la Palabra de Dios divinamente inspirada. Uno puede aceptarlo o rechazarlo pero no puede cambiarlo. Dios mismo garantiza la integridad y perdurabilidad de su Palabra. Los servidores de Satanás han argumentado que se han perdido partes de la Biblia pero al final quedaron avergonzados pues no pueden demostrar sus mentiras. También han procurado añadir a ella: así hoy existen quienes tienen como autoridad para la fe, a la experiencia religiosa, la tradición, e incluso la razón a la par de la Biblia. Por esto, cuando encuentran un pasaje bíblico que no apoya sus ideas, ayunan y oran buscando que se les revele si deben o no aceptar esa parte de la Biblia. Otros buscan sentir algo que lo confirme. Si no sienten ese algo especial rechazan el texto. Los que buscan la confirmación de la razón, si en la Biblia encuentran algo «no razonable» lo rechazan y buscan un «argumento razonable» al que adecuan el texto bíblico. Todas estas formas de proceder muestran que los tales creen que la Biblia solo CONTIENE la Palabra de Dios. Pero la Biblia ES la Palabra de Dios.

Gran parte del mundo de habla española, celebra en septiembre el mes de la Biblia pues en septiembre de 1569 se publicó la primera traducción completa de las Santas Escrituras directamente del texto original hebreo-arameo y griego. El traductor, Casiodoro de Reina, un pastor luterano y ex monje católico, puso en la primera página el texto de Isaías 40:8, porque creyó que la Biblia era la Palabra de Dios. No creer que la Biblia es la Palabra de Dios es un pecado por el que merecemos toda la ira de Dios. Cristo apreció las Santas Escrituras como Palabra de Dios en lugar nuestro y sufrió por nosotros el castigo que merecemos. En gratitud vamos a querer apreciar las Santas Escrituras como la Palabra de Dios

Oración:

Señor, por el poder del evangelio en tus medios de gracia concédeme temerte y amarte, de modo que no desprecie Tu palabra, la Santa Biblia, ni la prédica de ella; sino que la considere santa, y que cada día la tenga en alta estima, la oiga y aprenda de buena voluntad. Amén.

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