
Meditación - 2019 septiembre 21
Meditación - 2019 septiembre 21
(Lectura de la Biblia en tres años: Levítico 14:1–25, Marcos 1:1–8)
¡PRECIOSA HERENCIA!
Con fe y amor en Cristo Jesús, sigue el ejemplo de la sana doctrina que de mí aprendiste. Con el poder del Espíritu Santo que vive en nosotros, cuida la preciosa enseñanza que se te ha confiado.
—2 Timoteo 2:13–14
Las palabras del texto de hoy las escribió el apóstol Pablo en una carta, inspirada por Dios, dirigida a Timoteo. ¿Cuál es aquél peligro del que debe ser protegida la sana doctrina?
La Biblia profetiza que la Palabra de Dios llegará a todo el mundo y esto es una buena noticia pues significa que hay salvación para todos. Pero también nos advierte que la falsa doctrina crecerá contaminando a muchos. Por eso somos amonestados a estar atentos a fin de no ser enredados por sus engaños. Lo que debe ser cuidadosamente retenido y guardado es el evangelio. ¿Por qué?
El Señor a través de Pablo nos manda conservar puro y sin adulteraciones el mensaje del evangelio, es decir, mantenerlo siempre como una buena noticia que trae promesas incondicionales. La naturaleza pecaminosa del hombre tiende a convertir el evangelio en ley de modo que sus promesas sean condicionales. El evangelio contaminado sólo hará daño. Para poder beneficiar a cualquiera, la enseñanza de la iglesia debe ser sana, saludable, correcta según el modelo específico. Ese modelo de solidez es la doctrina de los apóstoles que Pablo también enseñaba (Hechos 2:42; Efesios 2:20; Gálatas 2:9). Los escritos de Pablo y de los apóstoles, de los profetas y de los evangelistas al ser inspirados por el Espíritu Santo son la autoridad infalible de la que procede la sana doctrina. Por lo tanto, deben ser cuidadosamente guardados. Gracias al Señor la conservación de Su Palabra no depende de nosotros pues ella permanece para siempre. Pero el Señor demanda que conservemos pura su doctrina en nuestras mentes y corazones, en nuestras prédicas y enseñanzas. Nuestro viejo Adán conspira contra esto pues ama la falsa doctrina. Por ese pecado merecemos toda la ira de Dios. Quienes confiamos que la obra de Cristo es suficiente para nuestra salvación, en gratitud vamos a querer velar porque la sana doctrina sea conservada en nuestra mente y corazón, en nuestros hogares e iglesias suplicando al Señor su auxilio.
Oración:
Dios Todopoderoso, te suplico que el Espíritu Santo que nos viene en Tu Palabra obre en la iglesia de modo que la doctrina, al ser predicada enseñada y aprendida, se mantenga pura para el gozo y la edificación del pueblo santo de Cristo, a fin de que te podamos servir con una fe firme y así preservemos en la confesión de tu nombre hasta que llegue el fin. Amén.
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