
Meditación - 2019 septiembre 01
Meditación - 2019 septiembre 01
(Lectura de la Biblia en tres años: Éxodo 39:32–43, Mateo 26:6–16)
LOS PLANES DE DIOS
Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.
—Jeremías 29:11
¿Cuáles son sus planes para el resto del año, la próxima década o el resto de su vida para usted y su familia? Nadie tiene planificado traer desastre y calamidad para sí mismo ni para los seres que ama ¿verdad? Cierta ocasión Jesús dijo: «¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!» (Mateo 7:9-11). La Biblia enseña que Dios es bueno y que Él quiere lo mejor para todos (1 Crónicas 16:34; Mateo 19:17; 2 Pedro 3:9; 1 Timoteo 2:4), tal como lo expresa el texto de hoy.
Dios siempre quiso lo mejor para la humanidad. En Edén, constituyó a Adán y Eva dueños y señores de la tierra, y les permitió gozar de comunión con Él. Nunca fue el propósito de Dios condenar a ningún ser humano al sufrimiento eterno en el infierno de fuego. Jesucristo testifica que el infierno, es decir el fuego eterno, fue «preparado para el diablo y sus ángeles.» (Mateo 25.41). Dios no cambia y sigue queriendo lo mejor para los seres humanos, «Él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad.» «No quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.» (1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9). Pero también Él es justo, correcto y perfecto. No tolera el pecado, ni lo tolerará jamás. Adán y Eva fueron destituidos de la gloria de Dios. En consecuencia sus descendientes, nosotros, también.
Para salvarnos de la condenación eterna por el pecado, Dios envió a Su Hijo, Jesucristo a fin de que, como nuestro sustituto, obedeciera perfectamente la voluntad de Dios y muriera, en la cruz, padeciendo toda la ira divina que nosotros merecíamos (Romanos 5:19). Así Cristo obró la redención de toda la humanidad. Dios, en su misericordia, en lugar de enviarnos de inmediato a la condenación eterna nos da un «tiempo de gracia» (nuestra actual vida en la tierra), a fin de que podamos conocer esta buena noticia y así beneficiarnos de la salvación por los méritos de Cristo. En gratitud vamos a querer vivir y apreciar los planes de Dios para nosotros.
Oración:
Señor, imperfecto como soy, solo merezco tu ira. Gracias a los méritos de tu Hijo Jesucristo soy perdonado y limpiado. En gratitud quiero vivir este tiempo de gracia consagrado a Ti llevando mucho fruto de arrepentimiento. Concédeme lograrlo. Amén.
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