
Meditación - 2019 mayo 02
Meditación - 2019 mayo 02
(Lectura de la Biblia en tres años: Génesis 1:15-23, Mateo 1:8-17)
EL VISTO BUENO DE DIOS
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena.
—Génesis 1:2-3a, Reina-Valera 1960
¿Disfruta de la emoción de saber que todo el esfuerzo realizado resultó en éxito? Después de haber empleado todo el esfuerzo necesario, en cualquier actividad en que nos hayamos involucrado, es reconfortante la sensación de la labor cumplida. Toda actividad del ser humano consta de: inicio, proceso y fin. Pero para que nuestra labor redunde en éxito es ineludible un paso más: el control de calidad. Pero para que el control de calidad cumpla su función es primordial establecer de antemano cuál es la meta del trabajo realizado.
En el relato de la creación, no solo la tierra estaba sin orden y vacía; las tinieblas cubrían el abismo. Entonces Dios, con el poder de su palabra (su Espíritu se movía) crea la luz con solo dar la orden, y el resultado fue que hubo luz. Al inicio hay un desafío, no hay luz. En el proceso, Dios ordena que haya luz. Al final, la luz resplandece. Pero entonces Dios hace algo sorprendente: examina la luz tal como se hace un control de calidad y da su visto bueno. Solo entonces da por terminado el asunto. A lo largo de toda la creación repetirá este modelo: Inicio, proceso, pausa, control de calidad, visto bueno y fin.
Puesto que nosotros somos seres imperfectos, necesitamos un paso adicional que va después del control de calidad. Este paso es el de corregir aquello en lo que nuestra labor está deficiente: inicio, proceso, pausa, control de calidad, enmienda de la falla y fin. A lo largo de los siglos este ha sido el método que ha acompañado al ser humano en aquello que resultó para bien. Incluso en nuestra vida espiritual el examen de conciencia hace el papel del control de calidad. El Señor con los diez mandamientos nos ayuda para tener el modelo del control de calidad. Como un espejo, la ley de Dios nos muestra qué hemos hecho mal y cuáles son las consecuencias. Por causa de nuestra pecaminosidad heredada no podemos obedecer perfectamente el modelo de virtud divino (Mateo 5:48) y por eso merecemos toda la ira de Dios. Jesucristo vino para obedecer perfectamente en lugar de nosotros y con su obediencia enmendó nuestras fallas. Su sacrificio expiatorio pagó las consecuencias de nuestros pecados. En gratitud vamos a querer hacer las cosas lo mejor posible junto con un examen de conciencia diario para glorificarle por lo que él hizo por nosotros.
Oración:
Señor, te doy gracias porque, por los méritos de tu Hijo Jesús corriges lo que hicimos mal y sólo así tenemos tu visto bueno. Amén.
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