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Meditación - 2019 junio 20

Meditación - 2019 junio 20

(Lectura de la Biblia en tres años: Génesis 37:16–36, Mateo 12:22–27)

LA LEY Y LA GRACIA

La ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.

—Juan 1:17

Dios es justo y santo. No tolera la maldad. Ama lo bueno y odia lo malo. Estas verdades acerca de Dios nos son enseñadas en la Biblia de muchas maneras pero de manera particular mediante la ley entregada por medio de Moisés. La ley que Moisés recibió abarca tres aspectos: 1) lo relacionado con la nación de Israel (ley civil); 2) lo relacionado con la religión hebrea (ley ceremonial); y 3) lo relacionado con la moral (ley moral). Solo este último aspecto, la ley moral, es la exigencia y voluntad de Dios para todo ser humano de todo tiempo y lugar. La ley moral fue primeramente escrita en el corazón de todo ser humano (Romanos 2:14,15). Más tarde fue entregada a Moisés para servirnos de recordatorio. El resumen de esa ley son los diez mandamientos escritos en tablas de piedra.

La ley moral solo puede mostrarnos nuestra condición pecaminosa. No sirve para cambiarnos. Por lo general, como seres humanos somos bastantes indulgentes con nosotros mismos, de manera que nos es más fácil pensar que no somos tan malos como los demás. Por eso Dios dio nuevamente su ley por medio de Moisés. Lo hizo para mostrarnos, como por un espejo, que somos igual de pecadores que los demás. Cuando tratamos de vivir en obediencia a la ley moral descubrimos que dentro de nosotros obra un poder que nos dificulta eficazmente obrar bien y nos impulsa hacia lo malo. Pero además de la ley, Dios ha revelado su gracia. Por causa de esa gracia Cristo vino para salvarnos. La noticia de la bondad divina obrando nuestra salvación por los méritos de Cristo nos ha sido manifestada por Él. Esa buena noticia (evangelio significa buena noticia) sí tiene el poder de transformarnos y ayudarnos de modo que amemos la santidad y queramos vivir en ella. La gracia nos dice que, a pesar que solo merecemos el infierno, Dios, en Cristo, nos da libre entrada al cielo declarándonos justos al atribuirnos gratuitamente los méritos de Cristo: su obediencia perfecta a la ley moral y su muerte expiatoria en la cruz. En gratitud vamos a querer confiar solo en los méritos de Jesucristo para agradar a Dios y llegar al cielo y no en los nuestros.

Oración:

Señor, por mi propia razón o elección no puedo creer en Jesucristo, mi Señor, ni acercarme a él y solo merezco tu ira eterna. Gracias te doy, porque tu Espíritu Santo me ha llamado mediante el evangelio, me ha iluminado con sus dones, me ha santificado y guardado en la fe verdadera por los méritos de tu Hijo. Amén.

 

Lea el Capítulo Completo Aquí


Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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