
Meditación - 2019 julio 25
Meditación - 2019 julio 25
(Lectura de la Biblia en tres años: Éxodo 13:1–16, Mateo 19:21–30)
CUANDO LAS RIQUEZAS EMPOBRECEN
[Jesús dijo:] le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.
—Mateo 19:24
Si la salvación es gratis ¿Por qué Jesús enseña que para los ricos es extremadamente difícil llegar al cielo?
La Biblia es clara en cuanto a estas dos cosas: Primero, ser inmensamente o medianamente rico no es necesariamente pecado pues la riqueza no es mala en sí misma. Lo malo es el amor a las riquezas, como está escrito: «el amor al dinero es la raíz de toda clase de males.» (1 Timoteo 6:10). Segundo, las riquezas malas son cualquier cosa que tenga mayor prioridad en nuestra vida por encima de Dios (Hebreos 11:26). De manera que las riquezas injustas no solo son el oro, la plata o el dinero. También lo son la fama, los títulos honrosos, incluso las propias capacidades que aunque desde nuestra perspectiva son valiosas frente a la eternidad son vanas.
La Biblia explica el por qué para los ricos es difícil entrar al reino de los cielos a través del relato lo ocurrido con el joven rico que quería entrar al reino de los cielos. Este joven tiene muchas virtudes. No solo ha aprendido los mandamientos sino que ha hecho un sincero esfuerzo por cumplirlos, por esto «Jesús lo miró con amor» (Marcos 10:21). El problema es que este joven y de los otros que poseen algo valioso, es que no comprenden que tienen tal beneficio solo por la misericordia de Dios y no por algo bueno que en ellos haya (1 Corintios 4:7 cf. Deuteronomio 8:17,18) Sus virtudes se basaban en el orgullo y en la confianza en sí mismo en lugar del arrepentimiento y la confianza en la misericordia de Dios. Para él Jesús no era el único Salvador del mundo.
Jesús dice que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios. Pero no dice que los ricos no serán salvados pues para Dios nada es imposible. Cristo puede hacer que comprendamos que nada que poseamos en este mundo es realmente nuestro; que «nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar»; y que no hay mayor riqueza verdadera que la vida eterna en la presencia de Dios. La salvación es absolutamente gratuita tanto para los pobres como para los ricos, no depende de nada que hayamos hecho sino de los méritos de Jesucristo como nuestro sustituto. En gratitud vamos a querer vivir contentos con lo que tenemos.
Oración:
Señor, no me des pobreza ni riquezas, sino susténtame con el pan necesario, no sea que, una vez saciado, te niegue y diga: «¿Quién es Jehová?», o que, siendo pobre, robe y blasfeme contra el nombre de mi Dios. Amén. (Proverbios 30:8,9)
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