
Meditación - 2019 julio 22
Meditación - 2019 julio 22
(Lectura de la Biblia en tres años: Éxodo 10:21–11:10, Mateo 18:28–35)
HABRÁ GOZO EN JERUSALÉN
Mas alégrense con Jerusalén, y regocíjense por ella, todos los que la aman; salten con ella de alegría, todos los que por ella se conduelen.
—Isaías 66:10
Existe una ciudad que es amada por Dios. Esa es la ciudad de Dios. Es Jerusalén. Pero no es la Jerusalén terrestre, sino la Jerusalén de arriba. Así lo enseña el Señor Jesucristo y el apóstol Pablo. También el profeta Isaías habla de la Jerusalén celestial ¿Cómo así?
En el último capítulo de su libro el profeta Isaías registra una declaración sorprendente que Dios hace por medio de él: «¿Quién ha oído cosa semejante? ¿Quién ha visto jamás cosa igual? ¿Puede una nación nacer en un solo día? ¿Se da a luz un pueblo en un momento? Sin embargo, Sión dio a luz sus hijos cuando apenas comenzaban sus dolores.» (Is. 66:8). Con estas palabras se refiere al nacimiento de iglesia en Pentecostés. En el pasado la Jerusalén terrenal fue motivo de gran tristeza pues la mayoría en Israel se había apartado del Señor. Cuando Jesucristo vino fue rechazado y crucificado allí. Poco antes de su muerte, «Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella. Dijo: —¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos. Te sobrevendrán días en que tus enemigos levantarán un muro y te rodearán, y te encerrarán por todos lados. Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán ni una piedra sobre otra, porque no reconociste el tiempo en que Dios vino a salvarte.» (Lucas 19:41-44). Sin embargo Isaías anima a los fieles a regocijarse por la Jerusalén que acaba de renacer. No se refiere a la Jerusalén terrenal sino a la celestial tal como el apóstol Pablo lo explica en Gálatas 4:21-31 cuando cita precisamente al profeta Isaías.
La Jerusalén celestial es la iglesia de Cristo de todos los tiempos y lugares. Por esto es una iglesia invisible. Sin embargo, ella es visible dondequiera que el evangelio es predicado en toda su pureza y los medios de gracia son administrados conforme a ese evangelio. Eso significa que allí donde se hace clara distinción entre la ley (lo que Dios exige y lo que él promete condicionalmente) y el evangelio (las promesas incondicionales de Dios) y se administran el bautismo y la santa cena como evangelio para el perdón de los pecados y no como algo que el ser humano hace para merecer tal perdón, allí la Jerusalén celestial es visible. Allí las personas son alimentadas con la saludable leche de la palabra (1 Pedro 2:2 cf. Isaías 66:11)
Oración:
Señor, te doy gracias porque por los méritos de Jesucristo, mi Salvador soy parte de la Jerusalén celestial. Te suplico que defiendas y gobiernes tu iglesia de tal modo que sea preservada en la doctrina pura de tu Palabra salvadora. Amén.
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