Meditación - 2019 julio 15

(Lectura de la Biblia en tres años: Éxodo 5:22–6:13, Mateo 17:1–6)

¿QUÉ HACES AQUÍ ELÍAS?

[Elías] respondió:
—Me consume mi amor por ti, Señor, Dios Todopoderoso. Los israelitas han rechazado tu pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también!
El Señor le dijo:
—Regresa por el mismo camino, […] yo preservaré a siete mil israelitas que no se han arrodillado ante Baal ni lo han besado.

—1 Reyes 19:14-15,18

«Hasta al mejor cazador se le escapa la liebre» significa lo mismo que la máxima latina «Errare humanum est», es decir que nosotros los seres humanos fallamos. Tal es el caso de del profeta Elías quien se caracterizó por ser uno de los más celosos siervos de Jehová. ¿Cuál fue su falla?

Cuando el rey Acab y su esposa Jezabel arrastraban a los israelitas hacia la idolatría, Elías oró pidiendo que no lloviera, y no llovió sobre la tierra de Israel durante tres años y medio. Entonces desafió a los profetas de Baal que pidan a su ídolo que haga descender fuego del cielo y demuestre que de verdad es dios. Como no sucedió, Elías oró que Dios envié fuego y Dios lo hizo. «Cuando todo el pueblo vio esto, se postró y exclamó: «¡El SEÑOR es Dios, el Dios verdadero!». Entonces Elías degolló a 450 profetas de Baal y 400 profetas de Asera en obediencia a la palabra de Dios (Deuteronomio 13:12-18; 20:12-13). Después oró que llueva y llovió. Sin embargo cuando a Jezabel le llegaron las noticias, ella envió a Elías un mensajero para decirle: «Traigan los dioses sobre mí el peor de los castigos, si mañana a estas horas no he puesto tu persona como la de uno de ellos.» Viendo Elías el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida. (1 Reyes 19:1-3). Elías tomó sus circunstancias en el peor sentido y creyó las amenazas de Jezabel sin darse cuenta de que si realmente ella podía matarlo le habría enviado un asesino y no un mensajero y por eso huyó. Cuando llegó al monte de Dios, Él le envió de vuelta y le hizo saber que había siete mil que fueron fieles al Señor. También nosotros tomamos nuestras circunstancias en el peor sentido. Por eso merecemos toda la ira de Dios. Pero gracias a la sustitución Dios nos ha perdonado y declarado justos gratuitamente. En gratitud vamos a querer decir: «porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré.» Así que podemos decir con toda confianza: «El Señor es quien me ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?» (Hebreos 13:5-6).

Oración:

Señor, perdóname por todas las veces que no fui agradecido en mis circunstancias. Gracias por que por los méritos de tu Hijo me has perdonado. Amén.

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