
Meditación - 2019 diciembre 30
Meditación - 2019 diciembre 30
(Lectura de la Biblia en tres años: Deuteronomio 14:3–29, Lucas 1:73–80)
ORO, INCIENSO Y MIRRA
Te llenarás con caravanas de camellos, con dromedarios de Madián y de Efa.
Vendrán todos los de Sabá, cargando oro e incienso y proclamando las alabanzas del Señor.
—Isaías 60:6
Cuando nuestro Señor Jesucristo asumió la naturaleza humana al ser concebido del Espíritu Santo en el vientre de María virgen dio inicio a un tiempo de gran regocijo mundial que no se ha detenido hasta ahora ni se detendrá nunca. ¿Cómo así?
La palabra navidad proviene del latín «nativitatis» que significa natividad, es decir nacimiento. Para el pueblo hebreo el nacimiento de alguien no era motivo de gran regocijo. Como lo expresó Salomón, es «mejor el día de la muerte que el día del nacimiento.» (Eclesiastés 7:1). Sin embargo, hubo un nacimiento que fue motivo de gran gozo. El ángel Gabriel le dijo al sacerdote Zacarías él y su esposa serían padres del precursor del Mesías y añadió: «Tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento» (Lucas 1:14). ¿El nacimiento del Mesías sería menos gozoso? ¡Por supuesto que no! María, Elizabeth, los pastores y los ángeles expresaron su alegría al saber del nacimiento de Cristo (Lucas 1:41-47; 2:10-20)
Isaías profetizó este gozo en el capítulo del texto de la meditación de hoy. Nos dice que «las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos.» Pero que el resplandor de Dios brillará sobre Sión que relejando esa luz alumbrará a las naciones. Sión es la iglesia de Cristo. Su luz es Cristo predicado como evangelio en todo el mundo. Las naciones en gratitud llevan sus ofrendas al Señor. Así como los sabios de oriente llevaron su oro incienso y mirra al recién nacido, de igual modo las naciones han llevado sus presentes a la iglesia a través de los siglos. Las ofrendas de las naciones han resultado en misiones por todo el mundo. Quienes conocieron al niño Dios se regocijaron por su nacimiento. Hoy la iglesia junto con el cielo también se regocijan por el nuevo nacimiento de un nuevo creyente (Lucas 15:10). No merecemos que Cristo venga salvarnos. Pero él hizo todo lo necesario por gracia. En gratitud vamos a querer seguir celebrando a Cristo cada día.
Oración:
Misericordioso Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo: Te alabado y doy gracias por todas las bondades y conmiseraciones que has manifestado hacia mí. Acepta, te suplicamos, mi ofrenda de adoración, alabanza y acción de gracias. Dame tal comprensión de todas tus misericordias, que mi corazón sienta verdadera gratitud hacia Ti, y que glorifique tu santo nombre no solamente con mis labios sino también con mi vida. Te presento, Señor, mi cuerpo y alma, mi corazón y mente, talentos y facultades en gratitud a tu amor incondicional. Amén.
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