
Meditación - 2019 diciembre 23
Meditación - 2019 diciembre 23
(Lectura de la Biblia en tres años: Deuteronomio 8:11–9:5, Lucas 1:18–25)
LOS GENTILES QUE ADORARON AL NIÑO DIOS
Después de que Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente.
—¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? —preguntaron—. Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo.
—Mateo 2:1–2
Algunos meses después del nacimiento de Cristo, unos sabios de Oriente viajan a Jerusalén buscando al recién nacido rey de Israel. Afirman que llegaron porque vieron levantarse su estrella ¿Son cristianos estos sabios?
No sabemos mucho acerca de ellos. La palabra griega «mágoi», que la Nueva Versión Internacional traduce «sabios» puede significar «magos», pero también puede referirse a gente de origen persa e inclusive a personajes notables (magnos). ¿Eran astrólogos? Dios prohíbe la práctica de la astrología (Isaías 47:13,14) por tanto, es probable que Mateo se refiera a sabios y no a magos. Por la profecía del Salmo 72 muy posiblemente sí eran reyes. Por el texto sabemos que ellos llevaron, para el niño recién nacido, regalos bastante significativos: 1) oro, un obsequio digno de un rey; 2) incienso, que es muy apropiado para adorar a Dios y 3) mirra, un perfume usado para embalsamar muertos. Estos regalos corresponden con que Jesús es rey, es Dios, y es el ser humano (Cordero de Dios) que da su vida por nuestra salvación. Sin embargo, no sabemos si a los sabios del oriente lo entendieron así. Lo que sí sabemos es que ellos entendían que ese niño era, no un rey más, sino «el rey de los judíos», el Mesías profetizado. También sabemos que adoraron al niño Jesús (1 Corintios 12:3).
La presencia de los sabios gentiles en Jerusalén y la aparición de estrella fue claramente entendida por los líderes religiosos, y por Herodes, como que el Mesías ya nació en Belén. Pero ni los líderes religiosos, ni Herodes tuvieron ni el más mínimo interés para honrar al niño Dios, el salvador del mundo, como está escrito: «Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron.» (Juan 1:11). Debido a nuestra naturaleza pecaminosa no podemos recibir a Cristo por nuestra propia decisión. Lo que sí podemos es rechazarlo. En cuestiones espirituales el ser humano no tiene libre albedrío, pues estamos muertos en delitos y pecados (Efesios 2: 1-5). Por esto, la Biblia nos aclara que «Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.» (Juan 1:12,13). Creemos, solo por que Dios nos regaló fe.
Oración:
Señor, confieso: que por mi razón y por mis fuerzas propias no soy capaz de creer en Jesucristo, mi señor, ni llegar a él. Sino que es el Espíritu santo quien me ha llamado al evangelio, me ha iluminado con sus dones, me ha santificado y mantenido en la fe verdadera. En gratitud quiero adorar a Cristo. Amén.
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