Meditación - 2019 diciembre 22

(Lectura de la Biblia en tres años: Deuteronomio 7:12–8:10, Lucas 1:5–17)

LA ESTRELLA PROFETIZADA

Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca.
Una estrella saldrá de Jacob; un rey surgirá en Israel.

—Números 24:17

¿Puede un falso profeta dar una profecía acertada?

El texto de la meditación de hoy es la profecía dada por Balaam quien no pertenecía al pueblo del pacto. Fue contratado por Balac, el rey de Moab para maldecir al pueblo que Moisés conducía a la tierra prometida. Aunque Balac no pertenecía al pueblo de Israel sí creía en Jehová, el Dios verdadero (Números 22:18), tal vez por haber vivido en Harán, población en la que Abrahán, Lot y Jacob habían vivido. Sin embargo Balaam vivía esclavizado por la codicia, al punto que su nombre significaba «devorador de la gente». Por eso le fue fácil aceptar la oferta de Balac, aunque señalando que debía consultarlo con Dios. El Señor advirtió a Balaam. Sin embargo, Dios prohibió a Balaam cumplir la propuesta de Balac. Pero ante la oferta tentadora de Balac cedió a la codicia. Cuando este falso profeta abrió su boca para maldecir a Israel, de sus labios salió una profecía de bendición para ellos. En esa profecía se anuncia que el Mesías, que se levantará de Israel será como una estrella y tendrá un cetro. Balaam tuvo la oportunidad de ser un buen maestro. Pero prefirió satisfacer su codicia antes que servir al Señor. Murió bajo juicio de Dios y su nombre llegó a ser símbolo del falso profeta codicioso (2 Pedro 2:15; Apocalipsis 2:16) Sí, los falsos profetas pueden acertar a veces. Pero eso no los convierte en verdaderos siervos de Dios (1 Reyes 13; Juan 11:49,50). ¿Somos mejores que Balaam? Conocer la doctrina correcta no nos hace verdaderos creyentes. No olvidemos que «También los demonios lo creen, y tiemblan.» (Santiago 2:19) Solo la fe salvadora, es decir, la que confía en solo Cristo es la que hace la diferencia. Cristo obedeció perfectamente y murió vicariamente por nosotros para que esa fe nos sea dada. En gratitud vamos a querer estar afirmados en la verdadera fe haciendo buen uso de la Palabra de Dios y los sacramentos y no confiándonos en nuestro propio poder o capacidad.

Oración:

Señor, te doy gracias porque me salvaste cuando estaba muerto ,en delitos y pecados. Por eso confieso: que por mi razón y por mis fuerzas propias no soy capaz de creer en Jesucristo, mi señor, ni llegar a él. Sino que es el Espíritu santo quien me ha llamado al evangelio, me ha iluminado con sus dones, me ha santificado y mantenido en la fe verdadera, al igual que llama, reúne, ilumina, santifica a toda la cristiandad sobre la tierra y la conserva en la unidad de la verdadera fe en Jesucristo. Él es quien, en esta cristiandad, me perdona a diario y plenamente todos mis pecados así como los de todos los creyentes. Es él quien, en el último día, me resucitará, a mí y a todos los muertos, y me dará una vida eterna, así como a todos los creyentes en Cristo. No hay duda de que esto es cierto. Amén.

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