
Meditación - 2019 diciembre 19
Meditación - 2019 diciembre 19
(Lectura de la Biblia en tres años: Deuteronomio 5:1–21, Marcos 16:9–13)
EL PACTO QUE OBLIGA A MOISÉS Y SU PUEBLO
El SEÑOR nuestro Dios hizo un pacto con nosotros en el monte Horeb. No fue con nuestros padres con quienes el SEÑOR hizo ese pacto, sino con nosotros, con todos los que hoy estamos vivos aquí.
—Deuteronomio 5:2–3
Cuando Dios hizo pacto con Moisés y los israelitas cerca al monte Sinaí, estipuló normas para los israelitas en tres áreas: la ceremonial para regir la adoración a Dios; la civil que regía la vida nacional; y la moral, resumida en los diez mandamientos, que regiría la relación con Dios y el prójimo en términos de amor (amor a Dios y al prójimo). La ley de Dios para los israelitas incluía una ley ceremonial, una ley civil y una ley moral. ¿No había evangelio en este pacto?
En el prólogo de los diez mandamiento Dios dice: «Yo soy el SEÑOR tu Dios. Yo te saqué de Egipto, país donde eras esclavo.» (Deuteronomio 5:6). El SEÑOR, en amor, adoptó a los israelitas como su pueblo del pacto y les dio sus mandamientos en una relación de gracia. Con los diez mandamientos les muestra cómo responder a su amor inmerecido, viviendo de acuerdo con su voluntad. La obediencia de ellos nunca podría ganar el favor de Dios; esa obediencia sólo podría reflejar que Dios ya ha sido bueno con ellos. A lo largo de la historia humana desde la expulsión del paraíso hasta el día del fin del mundo la salvación fue, es y será siempre por gracia por medio de la fe. No hay, ni hubo, ni habrá un ser humano capaz de obedecer la voluntad de Dios con la perfección requerida para merecer salvarse por sus propias obras.
Cristo es el mediador del Nuevo Pacto. En este pacto no están incluidas la ley ceremonial ni civil, solamente nos aplica la ley moral, y no exactamente como fue dada en Sinaí, sino tal como está estipulada en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, guardar el día de reposo nos aplica en cuanto a dar descanso al alma y no en cuanto que debe ser en sábado. La ley moral nos muestra cómo vivir en gratitud por la salvación gratuita que tenemos. Creer y afirmar que por cumplir la ley moral agradaremos a Dios es malinterpretar la palabra de Dios, un pecado contra el buen uso de su nombre, por el que merecemos toda la ira de Dios. Cristo, nuestro sustituto, aplicó la ley y la obedeció perfectamente por nosotros y fue castigado por nuestro pecado. En gratitud vamos a querer usar bien la ley y el evangelio y enseñarlas en su sentido bíblico.
Oración:
Señor Jesucristo, no he hecho buen uso del nombre de Dios. Gracias por ser mi sustituto y así lograr mi salvación. En gratitud quiero usa bien tu nombre y aplicar la ley y el evangelio bíblicamente como tú lo mandas. Amén.
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