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Meditación - 2019 agosto 29

Meditación - 2019 agosto 29

(Lectura de la Biblia en tres años: Éxodo 37:13–38:8, Mateo 25:31–37)

LA HERENCIA DE LOS REDIMIDOS EN CRISTO

Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: «Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.»

—Mateo 25:34

¿Cuánto deben esforzarse los cristianos para heredar el reino?

Cuando Jesucristo narró la parábola de las ovejas y las cabras, él habló del reino de Dios en términos de herencia. No lo consideró como si se tratara de un salario o pago por servicios prestados. Sin embargo, a través de los años no ha faltado quien ha querido ver en esta parábola la enseñanza de que el reino de Dios y la dicha eterna solo son posibles solamente como una retribución merecida a las buenas obras hechas aquí en la tierra. Así las buenas acciones tales como suministrar comida para quien padece hambre, y sed. Dar alojamiento al viajero vestidos a los necesitados, y consuelo solidario para los presos y enfermos resultarían en que las puertas del cielo nos sean abiertas para darnos amplia entrada. Quienes así piensan se auto engañan pues omiten notar que cuando Cristo dice que los herederos del reino han hecho tales cosas ellos le responden que no sabían que las habían hecho.

Nuestras buenas obras por muy sacrificadas y caritativas que sean no pueden agradar en ninguna manera a Dios pues como lo revela la Escritura: «todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia.» (Isaías 64:6). Sin embargo los actos de justicia realizados por Jesucristo sí le son gratos al Señor tal como lo testificó audiblemente desde el cielo: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él.» (Mateo 3:17). Solo Cristo es grato al Señor. La buena noticia es que los méritos de Cristo nos son atribuidos gratuitamente mediante la fe (Romanos 5:19) Por la misericordia divina esos méritos son tan nuestros como si realmente los hubiéramos hecho. Puesto que Cristo es el heredero del reino, por la justificación nosotros también somos coherederos, por lo que no necesitamos merecer el cielo. Por los méritos de Cristo el cielo es nuestra herencia. En gratitud vamos a querer realizar estos actos en bien de los que sufren, no para merecer el cielo sino como expresión de amor cristiano.

Oración:

Señor, a estar conmigo ven. Vive Tú en mí; y cada día haré algo, por amor a Ti:
Al pobre algún favor, curar algún dolor: y así mostrar tu amor. Amén.

 

Lea el Capítulo Completo Aquí


Meditaciones son presentadas por Producciones Multilingües-WELS y www.academiacristo.com. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional. Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®. Copyright © 1986, 1999, 2015 por Biblica, Inc.™ Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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