
Meditación - 2019 agosto 28
Meditación - 2019 agosto 28
(Lectura de la Biblia en tres años: Éxodo 37:1–12, Mateo 25:21–30)
EL PROPICIATORIO DEL ARCA DEL PACTO
Bezalel hizo el arca de madera de acacia […]
Para los dos extremos del propiciatorio [la tapa del arca] hizo dos querubines de oro trabajado a martillo. […] Los querubines tenían las alas extendidas por encima del propiciatorio, y con ellas lo cubrían. Quedaban el uno frente al otro, mirando hacia el propiciatorio.
—Éxodo 37:1, 7–9
¿Con qué propósito mandó Dios construir el arca del Pacto? ¿Por qué la tapa del arca se llama propiciatorio?.
El arca del pacto era una caja rectangular de madera, de acacia cubierta de oro puro. Medía un poco más de un metro de largo, como 70 centímetros de ancho y como 70 centímetros de alto. Dios mandó a Moisés que pusiera dentro del arca «el Testimonio», es decir, las dos tablas de piedra de los Diez Mandamientos. A la tapa del arca se le da el nombre de «el propiciatorio». Algunas traducciones lo llaman «el asiento de misericordia», «lugar del Perdón» «trono de gracia». Con tales expresiones se procura reflejar el significado de la palabra hebrea kapporeth. El nombre «propiciatorio» es muy apropiado, ya que era sobre este lugar que el sumo sacerdote rociaba la sangre de expiación, es decir, de reconciliación, en el gran día de Expiación. Este acto significaba que los pecados del pueblo eran cubiertos o tapados, es decir, eran quitados de la vista de Dios.
El arca del pacto con su propiciatorio se convirtió en el trono de Dios en medio de su pueblo. Puesto que allí se guardaba el testimonio, los Diez Mandamientos, es decir la santa voluntad de Dios que revela sus exigencias y dictamina la sentencia contra el pecado el arca era un trono de juicio. Pero también era el trono de la gracia de Dios, pues ahí se encontraba la sangre de la expiación, ahí era donde él proveía la manera para que su pueblo recibiera la remisión de sus pecados. Aquí el sumo sacerdote hacía «propiciación por sí mismo, por su familia y por toda la asamblea de Israel.» (Levítico 16:17). Así, fue prefigurado nuestro gran Sumo Sacerdote, Jesucristo, que como «sumo sacerdote de los bienes definitivos […] entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo hizo con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno. (Hebreos 9:11–12). Por esto la Biblia dice: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.» (1 Juan 4:10 RV95)
Oración:
Señor Jesucristo, Cordero de Dios, digno eres de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje, lengua, pueblo y nación; nos has hecho para nuestro Dios un reino y sacerdotes, solo por gracia. Amén.
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